Demián Revart

Fotografías: Ángel Hernández / Ruptura Colectiva (RC)

Este 5 de junio, la comunidad de Arantepakua en Michoacán, conmemoró luchando el cumplimiento  del segundo mes de la masacre de 3 comuneros y un estudiante de 16 años a manos de la policía estatal, la marina y elementos vestidos de civil el pasado abril tras un conflicto de tierras comunales que se extendió a un crimen de Estado desmedido. Por la tarde de este lunes, se hizo un acto público  de la Ronda Comunitaria “Kuaricha” (en p’ur’hépecha, “vigilar/vigilancia”)  que ha velado desde entonces por la seguridad del poblado, ya que todos los aparatos de “seguridad” del Estado mexicano fueron expulsados y ya no son bienvenidos.

A toda acción -de los de arriba-, corresponde una reacción -de los de abajo-.

A diferencia de la conmemoración del primer mes en mayo, esta vez no se pudo concretar la marcha que se ha agendado el día 5 de cada mes debido al clima lluvioso, pero los jefes de tenencia y las autoridades tradicionales hicieron la entrega de camisas, gorras, radios de largo alcance y celulares para fortalecer la labor autogestiva de las decenas de ‘Kuaris’, quienes se han integrado voluntariamente a la Ronda Comunitaria.

En la barricada principal -ubicada en el entronque de la carretera municipal con la calle 20 de Noviembre- la comunidad ha colocado una manta en la que se establecen algunas normas votadas por usos y costumbres, tanto para facilitar la armonización entre la Kuaricha y los visitantes, como para evitar cualquier sospecha de represión o de tráfico ilegal de mercancías entre las localidades que conforman la meseta p’ur’hépecha.

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