La fundación del CRIC y la lucha indígena en los años 70’s

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La extensión de la propiedad terrateniente en los años 60, como la dominación del terraje, fueron los detonantes de las procesos de resistencia que desembocaron en la creación del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) en 1971.

En el Norte del Cauca el proceso de reforma agraria impulsado desde el INCORA (Instituto Colombiano para la Reforma Agraria) abrió espacios de discusión y reflexión colectiva de campesinos e indígenas, articulados en la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos), sobre el derecho a la tierra y la reforma agraria. Además, militantes importantes no indígenas, como el sacerdote Pedro León Rodríguez y Gustavo Mejía, impulsaron procesos de lucha por la tierra entre campesinos e indígenas que permitió alcanzar un cúmulo de experiencias de organización popular que poco tiempo después serían importantes para la conformación del CRIC.

Gustavo Mejía fundó para 1970 el Frente Social Agrario (FRESAGRO) e impulsó las dos primeras asambleas del CRIC, su compromiso con la lucha por la tierra llegó a su fin cuando fue asesinado en Corinto el primero de marzo de 1974. Por su parte, Pedro León Rodríguez, conocido como el “cura rojo”, participó en procesos de lucha por la vivienda en Corinto, estuvo activo en los procesos de ocupación de tierra en Santa Elena y fundó el movimiento Unidad Popular que posteriormente se articuló al FRESAGRO, tras la formación del CRIC, convocó a los sacerdotes del Cauca a dar apoyo a la nueva organización [1].

Otra vertiente de experiencias de lucha y organización que alimentó la creación del CRIC fue la lucha guámbiana por la liberación del Gran Chiman, en Silvia. En 1962 los guámbianos fundaron el Sindicato Gremial Agrario de las Delicias, afiliado a la Federación Agraria Nacional, posteriormente, para acceder a un crédito agropecuario que les permitiera comprar la finca San Fernando, se trasformaron en la Cooperativa Agraria las Delicias. Desde la casa central de la finca empezaron un proceso de educación popular de los terrajeros del Chiman, poco a poco organizaron a la comunidad indígena e impulsaron la liberación de las tierras en Silvia. La experiencia de lucha por la tierra se expandió a Jámbalo y otros municipios del Cauca y, para 1970, conformaron el Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Oriente Caucano cuya plataforma de lucha fue recuperar las tierras indígenas, respeto a las costumbres culturales, exigir el reconocimiento de sus autoridades, no al terraje y a toda forma de explotación del trabajo, participación política del movimiento, elevar el nivel social de las comunidades, ser escuchados por el gobierno nacional y respeto [2].

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Para los años 60, muchos cabildos del Cauca eran instituciones subordinadas a los intereses de terratenientes, políticos y de la Iglesia, de manera que en ese momento no existía un medio adecuado para adelantar la lucha por la tierra de los terrajeros; era necesaria la construcción de una organización independiente a los cabildos para enfrentar el dominio terrateniente. La creación del CRIC en febrero de 1971 ofreció respuesta a esta necesidad de organización y lucha [3].

Tanto las experiencias de organización de los indígenas nasa articulados con el movimiento campesino en el norte, como el proceso de Guámbiano en Silvia en el oriente, desembocaron en la conformación del CRIC. Gustavo Mejía convocó a una reunión en San Fernando Silvia, con el fin de articular las experiencias de lucha que hasta entonces se encontraban dispersas, en una nueva organización independiente de campesinos e indígenas, allí confluyó el Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Oriente Caucano, las organizaciones indígenas y campesinas del norte del Cauca aglutinadas en el FRESAGRO y la ANUC, como autoridades de cabildo y comuneros de los resguardos de Tacueyó, Toribío, San Francisco y Jambaló. En la reunión, Gustavo Mejía propuso el nombre del CRIC para la nueva organización y la asamblea acogió, como plataforma de lucha, los 7 puntos de la plataforma del sindicato pretérito. Por su parte, los cabildos de Caldono, Pioya y Pueblo Nuevo se negaron a participar en una organización en la que confluían procesos campesinos . Después de esta reunión, la tarea fue recorrer todos los territorios y resguardos indígenas del Cauca para convocar a la reunión fundacional de este nuevo organismo [4].

La asamblea constituyente del CRIC se realizó en Toribío el 24 de febrero de 1971, en ella participaron más de 2000 indígenas, así  omo los cabildos de Toribío, Tacueyó, San Francisco, Jambaló, Pitayó, Quichaya, Quizgó y Guambía, de igual forma existió acompañamiento de distintas organizaciones campesinas. La asamblea estableció allí los cuatro puntos centrales de lucha que se mantienen vigentes desde entonces: unidad, cultura, tierra y autonomía. Como plan de acción se estableció la exigencia de expropiación de las tierras que eran de los resguardos y la entrega de los títulos a las comunidades; ampliación de los resguardos a través del INCORA; modificación y rechazó de la Ley 89 de 1890 que trataba a los indígenas como menores de edad; participación de los indígenas en la modificación de las leyes; eliminación de la División de Asuntos Indígenas; no al terraje y creación del CRIC.

En la primera asamblea del CRIC se presentó un fuerte rechazo a la Ley 89 pero, para el mismo año, se encontraron manuscritos dejados por Manuel Quintín Lame en un rancho al sur del Tolima, que fueron recogidos en el documento conocido como “En defensa de mi raza,” de él se llevaron 100 ejemplares a la segunda asamblea del CRIC, realizada en la Susana Tacueyó, el 6 de septiembre de 1971. La influencia de los manuscritos de Quintín hizo que la asamblea transformara su posición frente a la Ley 89, ya que esta, pese a tener elementos racistas, garantizaba el carácter inalienable de las tierras de los resguardos y reconocía la jurisdicción de las autoridades indígenas en sus territorios. De allí en adelante se introdujo, dentro de la plataforma de lucha del CRIC, “hacer conocer las leyes indígenas” y utilizarlas a favor del movimiento en lucha por la tierra [5].

Con el impulso del CRIC, la década de los 70 se caracterizó por movilizaciones indígenas constantes y multitudinarias en la lucha por la recuperación de las tierras de los resguardos y, hasta 1977, estas luchas las realizó el movimiento indígena en alianza con la ANUC. El alcance nacional de la lucha por la tierra en la misma época, puede ser considerado como un proceso de radicalización indígena y campesina generado después del desencanto que significé el retroceso dado por el gobierno de Misael Pastrana (1970-1974) a los procesos de concertación con el Estado para el logro de la reforma agraria [6]. El punto más alto en las acciones de recuperación de tierra contra el gran latifundio fue en 1971, se registraron 645 recuperaciones de tierra a nivel nacional [7].

Sin embargo también fue una década en la cual los terratenientes y el Estado reaccionaron de manera violenta contra los avances de estos movimientos sociales. Primero se decretaron zonas de orden público y el nombramiento de alcaldes militares durante el gobierno de López Michelsen (1974-1978), esta estrategia se extendió y se fortaleció con el Estatuto de Seguridad que criminalizó toda forma de protesta popular durante en el gobierno de Turbay Ayala (1978-1982). Los efectos de la represión contra el movimiento indígena y campesino se dejaron ver en el decaimiento de su dinámica de lucha durante la segunda mitad de los años 70 [8].

Sobre la alianza entre la ANUC y el CRIC en estos años, después de que en el congreso de la ANUC, realizado en Sincelejo en julio de 1972, esta organización declara su independencia frente al Estado y avanzará en la transformación de la estructura agraria de manera directa; comienzan a realizarse los esfuerzos de articulación con el CRIC, que llegan a buen término en el congreso de la ANUC realizado en Popayán en enero de 1974, en el cual se creó la Secretaria Indígena al interior de la ANUC [9]. Sin embargo, los intentos de subordinación y vanguardismo de la ANUC sobre el CRIC, dieron al traste con el proceso, ya que desde la fundación del CRIC la autonomía y la articulación horizontal con otras organizaciones sociales ha marcado su camino de lucha hasta hoy. Así, los intentos de articulación desembocaron en la ruptura definitiva entre ambas organizaciones en el Congreso de Tomalá en 1977 [10].

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[1] Peñaranda, Daniel Ricardo (2012). “La organización como expresión de resistencia” en Nuestra vida es nuestra lucha, Centro de Memoria Histórica, Ed Taurus, p 29.

[2] Ibíd., p. 38.

[3] Tattay, Pablo (2012). “Construcción de poder propio en el movimiento indígena del Cauca” en Nuestra vida es nuestra lucha, Centro de Memoria Histórica, Ed Taurus, p. 53.

[4] Peñaranda, Op. Cit., p. 44.

[5] Findji, María Teresa (1991). Movimiento indígena y recuperación de la historia, Buenos Aires, Alianza Editorial/FLACSO, p. 130.

[6] Zamosc, León, La cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia, p. 118.

[7] Sánchez, Enrique (1987). Movimientos campesinos e indígenas (1960-1982). Historia de Colombia, Tomo 8, Salvat Editores, Bogotá, p. 1785.

[8] Prada M. Esmeralda (2002). “Luchas campesinas e indígenas” en 25 Años de Luchas Sociales en Colombia, Ed. Cinep, Bogot, p. 127.

[9] Tattay, Op. Cit., p. 29.

[10] Findji, Op. Cit., p. 127.

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