Mineros de Media Luna lo pierden todo y son desplazados por amenazas de muerte; a 1 año de la huelga continúa la represión

Demián Revart

En distintas regiones del país no hay razón en titubear ni siquiera un poco para afirmar que allí no existen las nociones de ley, justicia o derechos humanos. El aislamiento geográfico y cotidiano sitio de guerra civil no sólo coloca a estados como Guerrero en los más altos índices de violencia criminal e inseguridad, sino también de esclavitud laboral por el blindaje que poseen los dueños del capital y las empresas transnacionales al valerse del sicariato, los cárteles y las ‘instituciones de seguridad’ del mismo gobierno para normalizar las condiciones inhumanas de trabajo, ya que prefieren mil veces un ‘dinerito extra’ -o de plano ellos son los que dominan y administran los territorios- a la vida humana de sus paisanos que se atreven a denunciar ese escenario de sufrimiento y discriminación.

Hoy en la agenda de terror es de nuevo el turno del caso de la Minera Media Luna y la serie de conflictos que ha desatado en territorio coculense: 1) daños ambientales en las comunidades adyacentes como Nuevo Balsas, Atzcala, La Fundición y Real del Limón, provocando la reducción en la expectativa de vida principalmente de recién nacidos y adultos mayores; 2) esclavitud laboral y la prohibición de la libertad sindical y organizativa con los trabajadores de estas comunidad, lo que culminó con una histórica huelga obrera iniciada en noviembre de 2017 y reventada medio año después por el asesinato de 3 trabajadores a lo largo de su gestación; y 3) polarización y resquebrajamiento del tejido social al colocar de frente y antagónicamente a las familias que logró comprar con mínimos beneficios monetarios en oposición a las familias de los obreros en huelga.

Con toda la impunidad por adelante y reiniciando sus labores industriales, la Minera Media Luna (propiedad de la multinacional canadiense Torex Gold) adoptó una serie de medidas represivas  al término de la huelga, específicamente contra los y las trabajadoras que participaron activamente en el movimiento y que concretaron alianzas con organizaciones de todo el país; desde congelar por meses sus sueldos y prestaciones, despedirlos injustificadamente, hasta emplear al sicariato de la zona* como estructura de agresión psicológica al patrullar día y noche afuera sus domicilios, así como amenazarlos de muerte, lo que está provocando que decenas de ellos optaran por desplazarse forzosamente a otros estados por el temor de que se cumplieran dichas amenazas.

Algunos de los trabajadores narran para Ruptura Colectiva (RC) que han “tenido que volver a empezar sus vidas de ceros, algunos otros corrieron con suerte de ser recibidos por familiares de los lugares a donde se fueron”. Recientemente, una comisión de los desplazados logró reunirse en la Ciudad de México junto con las bases y autoridades del Sindicato Minero (al cual buscaban adherirse por la violencia estructural y laboral que sufrían de la CTM priísta) , en aras de buscar las vías legales para frenar la violencia criminal en sus comunidades y también para recopilar cada uno de los atropellos a su integridad de los cuales han sido víctimas.

Comentan por último que a pesar de estos actos de represión que ya han durado un año, “el movimiento va a reactivarse y recuperaremos nuestros trabajos y tranquilidad”.

Compartimos una serie de videos y artículos críticos que ilustran de manera más rigurosa el proceso organizativo de los mineros de Media Luna:

 

Esta es la historia y las razones de la lucha obrera de los mineros de Cocula, una de las más importantes en la historia de México

 

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