Fotografías: Ruptura Colectiva (RC)
MINGA DE LIBERACION DE LA KIWE UMA (MADRE TIERRA)
CORINTO, TERCER PUNTO GUANABANO – LUNES 29 AGOSTO DEL 2016
La acción directa y liberación de la Madre Tierra en el norte del Cauca no se detienen -ni detendrán-. El día lunes 29 de agosto se realizó una Minga en “El Guanábano”, Corinto, que es el tercer punto de liberación que se han generado en el municipio. A tempranas horas de la mañana, cuando el sol ya empieza a calentar, el pueblo nasa, habitantes de la localidad y algunos medios libres, se dieron cita en este punto para preparar el arduo trabajo de retirar la caña y preparar la tierra para la siguiente jornada de siembra. Para llegar hasta allí, se encuentran pequeños camiones o motos, que se adentran en la zona; algunos osados prefieren caminar, más o menos casi una hora. De camino hacia el Punto Tres, se respira un aire pesado. De fondo, el paisaje dibuja nubes densas y el olor a quemado aumenta con los kilómetros y se alcanzan a ver vestigios de Caña que caen. De un momento a otro se pierde la carretera y empieza una vía sin pavimentar, delimitada de lado a lado por extensos cultivos de caña, grandes hectáreas que desdibujan a cualquiera que la esté cortando. Esta es utilizada en su mayoría para la producción de biocombustibles.
Con la llegada de los comuneros de distintos sectores aledaños, empieza la minga de trabajo en punto de las 8 de la mañana. En estas mingas, como trabajadores incansables y siempre unidos, mientras unos están quemando y cortando la caña, otros, en distintas parcelas, arrancan lo que los terratenientes recientemente han hecho sembrar. Más tarde, la situación se pone tensa y se escuchan los primeros disparos. Es entonces cuando los comuneros nos hacen saber de la presencia de civiles armados. Los liberadores de la Madre Tierra denuncian el peligro que corren, pues por un lado, podrían estarse enfrentando al Ejército Nacional, que en más de una ocasión ha abierto fuego contra los participantes en la minga; o el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), que no solo lanza sus gases lacrimógenos blancos, amarillos, azules y rojos, sino que también, hace uso de recalzadas y otras armas no convencionales como armas de fuego, machetes, caucheras y papas bomba; a esto se suma las intimidaciones por parte de las fuerzas paraestatales como son el cuerpo paramilitar y sicarios al servicio del capital y de la mano de Álvaro Za “El Mono”, poderoso terrateniente de la región que ha recurrido a una forma tan cobarde y de “paramilitarismo disfrazado” para intentar atemorizar a la población, defendiendo sólo la hegemonía territorial y económico de los ingenios azucareros.
Durante los primeros enfrentamientos con los esbirros del terrateniente, lastimosamente un compañero recibió un impacto de bala en una pierna. ¿Cómo se logró continuar con la minga a pesar de tanto embrollo y confrontación? El 8 de agosto pasado, grupos de choque quemaron la cocina comunitaria de este punto, símbolo de provocación que ha llegado al corazón de los mingueros para no dejarse vencer por las fuerzas represivas. Otro caso oportuno de denunciar es la colocación de minas explosivas plantadas en territorios concurridos por la comunidad. De no correr con suerte, cualquiera de estas minas pudo haber sido pisada y activada, lo que habría generado heridas de gran magnitud a los mingueros.
Como hermanos menores que somos, pero también como hijos de la Madre Tierra, reconocemos que es necesario el sentar palabra con los Tatas pero también con la comunidad en general esto con el fin de caminar bajo un mismo principio de unidad. Es por esto que un grupo de jóvenes nos hemos reunido impulsados por un sentimiento de solidaridad y apoyo hacia los procesos de base que se están efectuando no sólo dentro de las periferias urbanas, sino también, en los distintos territorios rurales con nuestros hermanos Afrocolombianos, Indígenas y Campesinos; para lograr así, el sueño compartido de un sistema comunitario que recoja todos los principios fundamentales para la digna vida del pueblo Colombiano, es decir, que no solo se defienden los justos reclamos que se han hecho durante los últimos años al estado por parte de nuestros compañeros Nasas, sino que nos encontramos comprometidos por la transformación de las tristes realidades de nuestro país.
Hoy en día las comunidades indígenas se enfrentan no solo al despojo de sus tierras sino a la terrible masacre cultural que se ha venido presentando con el actual mundo moderno y la globalización, muestra de ellos es ver como la agricultura en Colombia ha perdido su valor ancestral y cultural. La agricultura, uno de esos primeros atisbos de nuestra naturaleza humana, en tanto método de afectar la naturaleza en aras de producir para el bien común y la subsistencia, se ha perdido precisamente por la constante mercantilización de la vida, generando un conjunto de individuos confundidos en tanto a su propia esencia; desde 1970 cuando se empieza a plantear la idea de un plan de vida en los territorios, se habla no solo de un mandato político para los distintos pueblos sino también una forma de permanencia cultural y espiritual del ser en armonía con la Madre Tierra, es por esto que los ancestros inculcaron valores como el respeto hacia ella y junto a esta aprender la escuela de la agricultura, pues para las comunidades el territorio es más que solo tierra, sus saberes y cosmovisión se viven en ella; ejemplo de este caminar de los Mayores es el desarrollo de las huertas caseras o mejor dicho “Yatul” esta fortaleza que interioriza principios como la convivencia, responsabilidad, tolerancia, solidaridad y el trabajo como sueño colectivo presente en cada principio de vida construidos bajo el primer mandato “Recuperar la tierra para recuperarlo todo” la identidad, unidad, tierra, cultura y autonomía que se fortalece y vive plenamente por medio de la MINGA.
Pero las comunidades no son agentes pasivos que reciben todos estos elementos negativos de este orden social pernicioso, sino que muchos reciben esto y se retroalimentan, responden, y lo hacen desde un proceso de resistencia cultural, de reconstrucción de las prácticas culturales que otrora hicieron de ellos un pueblo diferenciado, y que el proyecto homogeneizador del estado-nación trató de desaparecer como fin de construir el ciudadano universal. Que se reafirma alrededor del proceso minguero: minga de comunicación, minga de trabajo, minga de educación, minga de liberación, etc.
Estos proceso de resistencia precisamente porque causan escozor al orden imperante, porque se autodeterminan como actores constructores de su propia sociedad, generan respuestas como las ya antes mencionadas, o incluso otras como las que se presentaron el lunes, cuando fueron asesinados cinco habitantes del Cauca, dos indígenas A’wa, y tres campesinos del macizo. Así que el llamado es a boicotear estas acciones, a pedir la intervención de organismos defensores de derechos humanos, y solidarizarnos con la lucha de los indígenas que todo esto solo muestra es que se debe profundizar lo mayor posible, la liberación de la madre tierra, y que esta no solo se quede en lo rural, sino que también desde la urbe, debemos empezar a liberar la madre tierra desde todos los rincones. Porque la ciudad también es un conjunto de rebeldías.
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