Capulálpam, Oaxaca: la comunalidad contra las empresas del capital [1]
I
Un devenir comunal
Capulálpam de Méndez es una comunidad libre y soberana que se ubica en la Sierra Zapoteca de Oaxaca en el municipio de Ixtlán, siendo uno de los 570 municipios que conforman al estado. Cuenta aproximadamente con 1600 habitantes que se rigen por usos y costumbres desde 1818 para la toma de decisiones y resolución de conflictos. Este sistema organizativo ha variado constantemente en relación a la transfiguración política del país hasta ejercerse hoy en día de forma supletoria, es decir, apegados de la manera más fiel posible a la Ley Agraria y al Art. 29 de la Ley Indígena de Oaxaca, debido a que “no hay ninguna Ley externa que pueda regir completamente el funcionamiento interno”. Politológicamente, esto se convierte en la práctica en una gobernanza comunitaria que ha dado aciertos y errores en miras de su autosostenimiento local en las últimas décadas.
El gobernar-comunitariamente se basa en un sistema de cargos y contempla tres finalidades ‘caminantes’: 1) impartir justicia para la igualdad de todos, 2) conducir la vida comunitaria hacia su expresión más racional y 3) resolver los conflictos que en todo tipo de sociedad existen.
Territorialmente, es un municipio con la proporción idónea de riquezas y actividades productivas para vivir –sin recaer en la metafísica occidental- la utopía y la magia de un pueblo originario. La gente trabaja la silvicultura –intensiva, de baja intensidad y de bajo impacto-, las áreas semilleras, las actividades agropecuarias, forestales, de protección a cuencas y a la fauna, así como sus espacios de recreación que no sólo puntos coloreados en el mapa, sino espacios para el afianzamiento social-comunicativo.
Esta plenitud de biodiversidad onírica, lo llevó a convertirse en Pueblo Mágico en 2008, pero a diferencia del blanqueamiento y gentrificación rural que padecen otros pueblos, “la magia de esta comunidad va más al de los afanes neoliberales que ofrece la Secretaría de Turismo (SECTUR) en sus programas” [2]. Esta sentencia de López y Rivas podemos interpretarla bajo su fogosidad al pensamiento zapatista: “aquí el pueblo manda y la SECTUR obedece”.
II
Autogestión comunitaria
La economía también es de carácter común y con una fuerte orientación hacia la sostenibilidad ecológica. Aludiendo a la cronología de sus proyectos más eficaces:
– “Unidad Económica Especializada Forestal-Comunal”. En 1984 se funda la primera empresa comunitaria de productos forestales al 100% como el aprovechamiento de la madera de pinos y encinos.
– “Planta Trituradora SSS”. En 1994 surge una iniciativa para comerciar agregados pétreos, tales como arenas en tres medidas y servicios como el procesamiento de grava.
– “Capulálpam Mágico S. de R. L.”. En 2005 se crearon vastos servicios eco-turísticos en contacto directo con la naturaleza y para del desarrollo endógeno.
– “Planta Purificadora Anda Gagüi”. En 2008 nace una procesadora de alimentos, principalmente, una envasadora de agua de sus manantiales en cuatro presentaciones -botellín de medio litro, litro, litro y medio y garrafón de 19 litros-.
Cabe decir que todas estas expresiones económicas se han configurado de manera comunizada y las utilidades que se generan son para su uso colectivo. La relevancia de recuperar estos datos no sólo es un asunto para vindicar la autogestión comunitaria, sino que de esta misma práctica iniciaría un claro y contundente “¡NO VIVIMOS NI VIVIREMOS DE LAS MINERAS!”.
III
Minando la historia
El conflicto ya estaba allí (pero en mute) y contempla desde medio siglo antes de lo que contaré en estas humildes líneas…
A partir de 1954, el ojo de agua del poblado no sólo dotaría de líquido, sino de conciencia territorial a los comuneros. La fábrica de papel FAPATUX (Fábricas de Papel Tuxtepec, S.A. de C.V.) fundada ese mismo año y proveniente mayoritariamente del capital privado –pero con fuerte afluencia del gobierno federal- se instaló en la Sierra Norte de Oaxaca y entre ese año y 1978 ya contaba con la concesión de 3.4 millones de hectáreas de bosques oaxaqueños [3]. Fueron dos principales consecuencias que despertarían del sueño a la gente: 1) la reducción descomunal de sus bosques, principalmente de pino selecto y 2) la constante polarización de las empresas paraestatales y las economías tradicionales de los pueblos.
Para 1981, muchas de las empresas asociadas a este ‘monstruo de papel’ iniciaron a ver su final al terminar los periodos de concesiones. Varias de ellas intentaron “cabildear” (pregonar) a las autoridades comunitarias que se extendieran sus plazos bajo las promesas de “mayor progreso y más empleos”. La respuesta –al igual que la que se relatará en los siguientes párrafos- fue: NO. Las comunidades en realidad ya entendían la irrefutable verdad de que estaban perdiendo más de lo que ‘ganaban’
En 1980, las comunidades de Oaxaca formaron un movimiento amplio con la convergencia de muchas comunidades que estaban inconformes con la manera de trabajar de las empresas paraestatales y que estaban preocupadas por defender su patrimonio cultural y natural. En la Sierra Norte de Oaxaca, la “Organización para la Defensa de los Recursos Naturales y el Desarrollo Social de la Sierra Juárez (odrenasij)” coordinó las protestas masivas y otras acciones de más de 30 comunidades. Simultáneamente, otras comunidades de la Sierra sur se movilizaron para detener la ampliación de la concesión a Bosques de Oaxaca.
IV
Fugas en el acuífero
Sin esperarlo, fugazmente inició una lucha frontal contra la minería desde 1998 cuando –por secuela de esta reyerta antiminera- la PROFEPA le interpuso un recurso de 37 requerimientos a la Minera Natividad Anexas y Asociados S.A. de C.V [4]. para poder operar legalmente, pidiendo justificantes, estudios de impacto ambiental y otros oficios los cuales no ha podido entregar desde entonces, por lo que la minera ha estado entre un “sí y un no” en cuanto a su operatividad en el centro de la comunidad indígena de Capulálpam. Esto forma parte, según la palabra del compañero Nétzar, del periodo de la lucha jurídica.
2001 fue un año clave y contundente para el curso de la lucha, debido a que la Secretaría de Economía autorizó a la empresa extranjera Continuum Resources (monopolio canadiense que ancló sus garras de manera coligada con Minera Natividad) la concesión del territorio por 50 años, y por ende, la exploración de 62 mil hectáreas afectando no sólo a Capulálpam. 34 comunidades más de la Sierra Norte padecieron el pusilánime virus minero.
En 2005 se decidió trascender al periodo de la lucha social con bloqueos de accesos carreteros y acciones de temperamento más radical, hasta que se logró una mesa de trabajo con la Secretaría de Gobierno del Estado de Oaxaca. La comunidad –con la Asamblea Comunitaria como la más potente directriz en la toma de decisiones- inició ‘así solita’, ya que varios pueblos vecinos tuvieron un temor inusitado de unirse a los “rebeldes de Capulálpam”.
El lapso de allí a ahora se fue rebosando entre acciones directas y simbólicas. Por ejemplo, en mayo de 2011 la afectación hídrica era tan notable que la población declaró una porción del territorio como “Zona Sagrada de Recarga de Acuíferos” y tras una sesión extraordinaria de cabildo, se dijo con signos de admiración que “es un lugar en donde vive nuestra memoria del pueblo indígena zapoteco y donde varias generaciones de Capulálpam hemos convivido con el agua, los cerros y la naturaleza (…) Nos ha enseñado lo fundamental que es el agua (…) Su cuidado, uso y aprovechamiento se seguirá apoyando en la filosofía comunitaria que rige a nuestro pueblo y que hemos aprendido de nuestros ancestros” [5].
v
Heridas en la piel del pueblo
Durante el proceso minero, han sido más de 70,000 hectáreas las afectadas por las empresas transnacionales y se han contaminado 13 de los 17 manantiales y acuíferos debido a las fases de extracción –principalmente de oro y plata- y explotación del subsuelo en montes, tierras comunales y zonas silvestres. Netzar nos cuenta que hay aproximadamente 50 kilómetros continuos de túneles y socavones en el territorio, estos fungen como la principal evasiva material para desatender al suelo de la comunidad como de “uso forestal” –así ha sido desde hace cientos de años- para pretender cambiarlo a un tipo de suelo comercial que no se “enfrente” constantemente a las leyes que establece el gobierno federal en materia de proyectos mineros.
El asunto minero –por tanto, ambiental- para los oaxaqueños es crítico. Tan sólo de 2002 a 2011, el gobierno federal entregaría 344 títulos de concesión en las 8 regiones del estado para la explotación de oro, plata, plomo, zinc y cobre en el 7.78% del territorio estatal, lo que equivale a 742 mil 791 hectáreas. Son 20 empresas mineras canadienses y dos estadounidenses quienes establecieron su feudo territorial [6].
Natividad opera de manera clandestina desde hace tiempo con la complacencia de las instituciones estatales, a lo que Orlando comenta a manera de denuncia: “¿Qué ha hecho PROFEPA o SEMARNAT?, ¡nada, se hacen de la vista gorda! Los funcionarios tienen un carácter altanero y los trámites no le convienen a la población ni funcionan como “herramienta” en cuanto a recursos legales o de acercamiento con la minera”.
En febrero de 2015, la Asamblea Comunal interpuso una demanda de amparo en el Juzgado Quinto de Distrito de Oaxaca -documento que sigue actualmente en la pugna jurídica-. Ha sido tan efectivo que orilló al Estado –tan timorato y débil en cuanto a argumentos- a proponerles negociar con la minera, pero la respuesta del poblado fue un contundente NO. Tanto Netzar como Orlando nos narran que de igual forma les han ofrecido titánicas cantidades de dinero para detener su lucha, a lo que irrebatiblemente también dijeron: NO.
VI
Contra las alianzas de la maquinaria de muerte, nuestras alianzas por la vida
En estos momentos, la alianza entre la Minera Natividad, Continuum Resources, el gobierno y otros consorcios mineros (como la Minera Santa Regina, Minera San Bernardo y otras transnacionales de origen canadiense) proponen realizar una “consulta popular” para conocer qué porcentaje de la población aceptan la implementación definitiva de la mina y quiénes no. “Si la supuesta democracia en todo el país está tan amañada, en esta consulta le van a meter de todo para comprar la opinión de la gente”, afirman los compañeros.
Otra estrategia para hacerse de la empatía de los pobladores y comunidades vecinas, es autoexacerbarse diciendo falazmente que “el 25% de los trabajos en la región de la Sierra Norte de Oaxaca son generados por la Minera Natividad”. Se les cae el teatrito para quienes conocemos bien la geografía oaxaqueña: la Sierra Norte del estado es enorme, abarca 70 municipios de los distritos Mixe, Villa Alta e Ixtlán, por lo que “no representa ni el 1% de generación de la empleos (…) Nosotros no vivimos ni viviremos de la minería, nosotros sobrevivimos desde los 70’s generando empresas comunitarias y cooperativas” [7], comenta Netzar.
En enero de 2013, la comunidad fue sede del Encuentro de Pueblos de Mesoamérica. Sí a la vida, no a la minería “Tejiendo la resistencia por la defensa de nuestros territorios”, confluencia de luchas territoriales de varios países latinoamericanos que permitió mayor visibilización para Capulálpam y las resistencias antimineras en todo el estado de Oaxaca.
De la información difundida en el boletín de la convocatoria, sorprende una de las críticas más directas y pletóricas a los proyectos mineros, ya que “responden a un modelo de producción que privilegia la obtención y acumulación de riquezas de un número limitado de personas por encima de la vida de los pueblos y comunidades; encubierto bajo el argumento del desarrollo, los proyectos mineros prometen empleos, servicios públicos, proyectos productivos y respeto al medio ambiente, en los últimos años los proyectos mineros se han pintado de verde con el apellido de sustentables y socialmente responsables; sin embargo históricamente han dejado en los pueblos una estela de muerte, empobrecimiento, daños irreversibles al medio ambiente y a la salud, polarización y división social en las comunidades, entre otros” [8].
Y la acción no se estancó en esos tres días. Un mes después -en febrero de 2013- dirigentes sindicalistas canadienses de la organización United Steelworkers visitaron a los pobladores y en una serie de conferencias de prensa, le dieron bien ‘duro y macizo’ a las mineras canadienses, denunciando que “aparte de las irregularidades en la entrega de concesiones, las empresas laboran sin ninguna clase de supervisión, lo que hace que en la mayoría de los casos no cumplan con los compromisos pactados para apoyar a los poblados en los que se instalan, les prometen escuelas, clínicas empleos y nunca cumplen” [9]. En palabras menos lacerantes -que hacen ver al capital canadiense como un simple “doble cara”- los sindicalistas dijeron: “pensábamos que las mineras actuaban como lo hacen en Canadá, pero aquí la realidad es otra” [10].
¿Y cómo es la vida entre quienes viven de la mina y quienes no? “El pueblo está unido a pesar del intento de polarización entre quienes laboran en la minera y quienes se dedican a las actividades clásicas del trabajo agrario o comercial”, comenta Orlando.
Eso no es todo, la contraofensiva ha dado frutos y también arremetió hacia los cielos. Por su parte, Capulálpam obtuvo lo que no esperaba desde el inicio de su movimiento en defensa de la vida: la apremiante alianza con otros pueblos. Santa María de Huiche, San Juan Chicomezuchil, San Juan Amatlán, Ixtlán y Guelatao de Juárez, así como otras ciudades al contorno de la capital son sus nuevos aliados.
El trabajo más incesante es el que ahora realizan, llevando a nivel nacional la voz de estos años de lucha y otras desventuras que han ido llenando su jarrón de experiencias. Ahora, se está trazando una alianza con el estado Guerrero –un afectado histórico del negocio minero- para generar un programa táctico y de participación opositora a los megaproyectos en la zona sur de México.
Los pobladores han sido denunciados de ‘retrógradas’ y ‘alborotadores’, pero “los calificativos no son tan importantes cuando la causa final en la que depositamos nuestra contienda y voluntad es por una comunidad pluriétnica y defendiendo la multidiversidad biológica, la cual nos quieren arrebatar por el lujo del dinero”.
Corolario –para la praxis-
El punto más importante de la comunalidad –al menos en este pueblo- es que su núcleo de desenvolvimiento e integración es la Asamblea Comunitaria en la que participan tanto los exponente políticos de la comunidad –la política participativa-, las empresas comunitarias –la economía local- y la sociedad civil -, haciendo una conjunción perfecta –como si de un poliedro de infinitas caras se tratase- en la que todos sostienen a la comunidad.
La participación en el sistema de cargos no se da por dedazo, sino por una convicente y voluntaria acción de servir, ya sea desde las primeras expresiones culturales en la infancia hasta en el puesto de regidor. Las autoridades tradicionales están saturadas de ascetismo, pero sí es importante buscar caminos y ampliar la participación para que “todos sean gobierno”.
La propiedad privada de la tierra se tambalea considerablemente en un territorio organizado comunalmente [11], en el que a pesar de que los oficios urbanos y especializados van en aumento, cualquier habitante tiene derecho a un pedazo de tierra y de trabajar en alguna de las empresas comunitarias.
[1] Una profusa parte de este artículo se ha nutrido de una entrevista/ponencia realizada a los compañeros Netzar Arreortúa Martínez y Orlando Toro Guijón (respectivamente, Presidente e integrante del Consejo de Vigilancia de Capulálpam de Méndez) los días 27 y 28 de abril de 2017.
[2] “La magia de Capulálpam de Méndez, Oaxaca”, La Jornada por Gilberto López y Rivas, 18 de enero de 2013. (http://www.jornada.unam.mx/2013/01/18/opinion/024a1pol)
[3] SARH-SFF (1980) Programa nacional de desarrollo forestal por proyectos. Ciudad de México: SARH-SFF.
[4] Esta es la versión del siglo XXI. Compañía Minera de La Natividad lleva operando a partir del siglo XIX en la Sierra Norte de Oaxaca, por lo que retorna con una nueva máscara globalizante tras la caída de las empresas papeleras a finales del siglo XX.
[5] Sierraoaxaca, “Declaratoria zona de reserva”, 25 de julio de 2011. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=LecEPu7o8aA
[6] “¿Por qué es necesario encontrarnos?”, Comisariado de Bienes Comunales de Capulálpam de Méndez. Boletín de la convocatoria para el Encuentro de Pueblos de Mesoamérica. Sí a la vida, no a la minería “Tejiendo la resistencia por la defensa de nuestros territorios”, celebrado en Capulálpam del 17 al 20 de enero de 2013.
[7] Léase –para reafirmar los ejemplos de esta economía comunitaria- la primera parte de este artículo.
[8] “¿Por qué es necesario encontrarnos?”, Ibíd.
[9] “Irresponsable actuación oficial en concesiones mineras: Steelworkers”, La Jornada por Jorge A. Pérez Alfonso y Octavio Vélez Ascencio, 19 de febrero de 2013. (http://www.jornada.unam.mx/2013/02/19/estados/033n1est)
[10] Ibíd.
[11] En el artículo titulado “A través de América Latina, la lucha por la tierra comunal y la autonomía indígena” en el portal Subversiones, los autores afirman que la “propiedad privada no existe”, a lo que es importante recalcar que al basarse este gobierno comunal en un sistema de cargos ‘jerárquico’ –claro, con gran vindicación a la jerarquía de la experiencia- en el que existe un contractualismo entre los “encargados políticos” y “encargados económicos”, la propiedad es tanto derecho político y económico, pero es desigual al existir tanto el comercio familiar. La extensión de las empresas comunales y la creación de un sistema salarial donde el ‘pago’ sea universal o se contemple una economía cooperativa a nivel localidad, podría dar razón en un futuro a la abolición de la propiedad privada.
2,311 total views, 1 views today