Esta es la segunda parte de una entrevista a Claudio Lomnitz acerca de su libro, El Retorno del Compañero Ricardo Flores Magón (, Zone Books, 2014). Traducción elaborada por el entrevistador y revisada por María A. Castro.
Javier Sethness Castro: Para continuar con el tema de la última pregunta de la primera parte de nuestra conversación sobre las relaciones profundamente románticas, tanto platónicas como sexuales, que se desarrollaron entre las figuras centrales de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano (PLM) y l@s más cercanos a ell@s, ¿qué papeles jugaron el arte y la belleza en este movimiento? En su capítulo sobre la época bohemia de Magón, “La Bohème,” Ud. observa que la sensibilidad estética estaba íntimamente asociada a la sensibilidad humanista y revolucionaria que sentían l@s militantes que formaban parte de este grupo. De hecho, tal conexión filosófica entre el arte y la revolución social ha sido identificada por Herbert Marcuse y Albert Camus y a G. W. F. Hegel se le conoce por la idea de que el heroismo estético se ve en la responsabilidad en la causa de cambiar el mundo.
Claudio Lomnitz: Aunque sería difícil responder a tal tipo de pregunta en términos del movimiento en general, dadas las variedades entre sus integrantes, se puede decir que el movimiento en general dependía críticamente de la lectura y la escritura, siendo la belleza una razón fundamental para ganar acceso a la alfabetización. Ricardo era muy explícito en sus cartas en cuanto a la importancia de la palabra, del conversar y del pensar. El insistía que era la conciencia y no la violencia la que verdaderamente llevó a cabo la Revolución, aunque hubo mucho más que la cuestión de la propia revolución. En primer lugar, los contenidos de Regeneración y The Border (La Frontera) incluían mucho arte y belleza y se daba énfasis a la poesía, por ejemplo, además de existir un gran interés en el arte gráfico así como en el reconocimiento de autores y obras literarias. Este énfasis también era crítico en el desarrollo de las afinidades interpersonales, las cuales eran un factor indispensable en la vida social del militante, como vimos en cuanto al amor.
Había asimismo un principio filosófico involucrado en todo esto, expresado en la idea de que el movimiento sentía que las formas contemporáneas de explotación y opresión estaban degradando a los seres humanos del mundo, y que la belleza era clave para la vocación humana. Para poner un ejemplo, en una carta que escribió desde Leavenworth a Ellen White, Ricardo dijo que “No pude evitar reirme un poco—sólo un poco—pensando en tu inocencia. Tú dices que es supérfluo que yo hable de la Belleza, y lo dices cuando es la Belleza aquéllo que yo amo más que nada.” En términos más filosóficos, y otra vez desde Leavenworth, Ricardo escribió al activista socialista Winnie Branstetter que la humanidad “ha violado la Belleza. Siendo el animal más inteligente, y el más favorecido por la Naturaleza, la [humanidad] ha vivido en la suciedad moral y material.”
Diría que la belleza y el arte eran realidades claves en la formación política de l@s militantes, en la socialización del movimiento, en la definición de las metas del movimiento, en la formación de las afinidades espirituales entre desconocid@s que podían entonces apoyarse el un@ al otr@ de manera espontánea, y en la actitud filosófica que les impulsaba a l@s individu@s a rebelarse en contra de la situación que, en caso contrario, se podría haber naturalizado. Esa es una de las razones por las cuales vemos que vari@s militantes importantes crearon obras artísticas en diferentes periodos de sus vidas. En ciertos casos—como el de Práxedis Guerrero, Juan Sarabia o Santiago de la Hoz, por ejemplo—la poesía se creó en el momento cumbre de sus vidas como organizadores políticos. En otros casos—siendo ésta la dinámica de las obras de teatro de Ricardo—la vuelta hacia la producción artística llega a ser un espacio alternativo hacia la militancia y a organización comunal, en un momento histórico en que la eficacia política a través de la lucha armada revolucionaria había decaido de manera significativa. Pero hablando en general, sí es verdad que vari@s militantes escribían poesía o buscaban formas de expresión artística, incluso para atraer a amantes potenciales.
JSC: Para l@s que están más familiarizados con una narrativa reduccionista de la Revolución Mexicana (1910-1920) que da prioridad a la Campaña Anti-Reeleccionista del terrateniente reformista Francisco I. Madero—o, al mínimo, a la oposición maderista inicial a la elección que Díaz había hecho para su vicepresidente en los comicios previstos para el año 1910—podría resultar sorprendente considerar que el PLM organizó varias revueltas armadas en la región fronteriza antes de la Revolución, con la esperanza de catalizar una insurrección popular general en México. La primera revuelta tuvo lugar en 1906, la segunda en 1908, y la tercera siendo todavía la Revolución muy joven, en diciembre del 1910, e igual en Baja California durante el primer semestre de 1911. La revuelta armada más ambiciosa fue la primera, siendo organizada para coincidir con el Día de la Independencia en septiembre del 1906 y con las figuras centrales de la Junta Organizadora en participación activa. La idea era asaltar e invadir tres ciudades mexicanas importantes en la frontera: Ciudad Juárez, Nogales y Jiménez. Lamentablemente, los esfuerzos de la red transnacional de espías causaron que fallara la insurrección, y parte de la Junta fue detenida, mientras que la otra parte se escapó. Desde entonces, Díaz decidió dejar que el Estado estadunidense procesara a los revoltosos por haber violado las leyes de neutralidad que se habían establecido durante la Guerra entre España y EUA, a cambio de la no-intervención del dictador mexicano en ese conflicto. Este fue el cargo por el que Magón y sus camaradas fueron encarcelados de nuevo en 1907 por tres años, castigo por la revuelta que habían planificado. La revuelta de 1908, que consistió en un ataque en contra de Las Palomas, Chihuahua, liderado por Práxedis Guerrero y Francisco Manrique mientras los demás integrantes de la Junta Organizadora estaban encarcelados, parece haber sido desaconsejable, y lo mismo tal vez se podría decir de la revuelta de diciembre del 1910 en la que el mismo Práxedis murió.
Además, tomando en cuenta esta nueva encarcelación de varios de los integrantes claves de la Junta Organizadora, el PLM parecer haber sido eclipsado, en los años antes de la Revolución, por el Maderismo, sistema que proveía un alternativa más incrementalista, familiar y complaciente que la que avanzaba el PLM: Francisco I. Madero (“Don Panchito”) representaba “el Estado de Derecho” y la reforma burguesa-democrática, mientras Magón recalcaba la acción directa, la redistribución de las tierras, la expropriación, y la autoemancipación proletaria. Ud. nos cuenta la historia fascinante en la que Madero se aproximó a Magón para ofrecerle la posición de vicepresidente a su lado—siendo ésta una propuesta que Magón rechazó inmediatamente. Entonces, Ud. nos enseña como fue que Madero se apropió del Ejército Federal de Díaz para regular y vencer las fuerzas Liberales que habían tomado Mexicali y Tijuana en los meses antes de la caída de Díaz en 1911, y después que él activó las relaciones diplomáticas con EUA para exigir que la Junta y varios comandantes del PLM fueran encarcelados de nuevo, tras el repudio de Magón hacia Madero, ¡a no ser que Madero hubiera pedido y recibido apoyo militar a los Liberales en un acto de buena fe hasta ese punto en la Revolución! En este sentido, la traición oportunista de Madero claramente demuestra su compromiso al practicar un arte de gobernar autoritario y Weberiano, y puede explicar la razón por la cual Regeneración llegó a considerarle un “dictador,” un “segundo Porfirio Díaz,” y un “dueño de esclav@s.” ¿Podría Ud. hablar más acerca de los varios dilemas con los cuales el PLM se enfrentó en la fase inicial de la Revolución? Ud. plantea que, tras su división con Madero, el PLM se convirtió en una corriente más marginal en el proceso revolucionario, aunque se pudo liberar para expresar su filosofia ácrata abiertamente. ¿Podría haber sido diferente?
CL: Lo hipotético siempre es difícil. La gente siempre va a debatir si Ricardo se equivocó o no al rebelarse en contra de Madero. Por lo menos, y desde una perspectiva política, su sentido del tiempo no fue aconsejable. Ricardo pronunció que Madero era un traidor mientras que la revuelta en contra de Díaz todavía estaba ardiendo. Esta posición abrió al grupo la acusación de que sus integrantes eran traidores financiados por los científicos y de que hacían trabajo sucio para Diaz. Varios auténticos revolucionarios lo sintieron así, entre ellos simpatizantes anteriores del PLM, como Esteban Baca Calderón y Manuel Diéguez, del caso de Cananea. Puede ser que Ricardo creyera que perdería la confianza si apoyaba a Madero y después se rebelaba en contra de él una vez llegado al poder. No es fácil decirlo con precisión. Pero sí es claro que la Junta bajo el liderazgo de Ricardo carecía de un estrategista militar, y que su posición con relación a Madero, y después con Huerta, Carranza, Villa, y los demás, vulneraba el liderazgo militar que sí tenía en México, dado que siempre necesitaban alianzas. Estas alianzas hicieron posible que la Junta de Los Ángeles considerara a los comandantes PLMistas como traidores. En este sentido, la decisión de Magón en cuanto a Madero aseguró una derrota militar rápida, y quizá también causó una influencia ideológica más amplia y duradera.
“La Junta Organizadora del PLM en 1910. Desde la izquierda: Anselmo Figueroa, Práxedis Guerrero, Ricardo Flores Magón (sentado), Enrique Flores Magón y Librado Rivera. La cara de Práxedis se ha superpuesto sobre la de otro integrante central del PLM, probablemente Antonio Villarreal, quien dejó el grupo durante la fase inicial de la Revolución. El hecho de que Villarreal había elegido Francisco Madero en vez del PLM aparte, Ricardo consideraba el rumor que él era homosexual una desgracia. (Cortesía El Hijo del Ahuizote)”.
JSC: Para Magón, la lucha armada era indudablemente una táctica importante, pero considerando su opinión de que el dominio contrarevolucionario se concentraba en la hidra de tres cabezas fatales—el capital, el Estado y el clero—la revolución social, según él, se extendía más alla de la insurrección, y de ahí su idea de que el esfuerzo intelectual de agitación se tenía que mantener para inspirar las acciones militantes directas, tal como se ve en los ejemplares de Regeneración. La decisión de Magón tras el fracaso de 1906 y la encarcelación de ciertos integrantes de la Junta para prevenir que su hermano Enrique participara en la revuelta de 1908 y a partir de allí para asegurar la protección de la integridad física de los intelectuales del PLM provocó un conflicto con Práxedis, quien—a lo mejor de manera más verdaderamente ácrata—sentía que no podía pedir a otr@s que arriesgaran sus vidas en la revuelta armada sin hacer él lo mismo. El joven militante de veintiocho anos murió en la revuelta de diciembre de 1910 en observación de este credo, expiando su culpa por haber sobrevivido a Manrique, quien murió en la revuelta de 1908, siendo éste un caso paralelo al del Subcomandante Pedro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), quien cayó en la insurrección neozapatista de enero del 1994.
Dada esta diferencia de opinión acerca de la relación entre la teoría y la práctica, Ud. pone de relieve que Práxedis tenía más dudas que Magón en cuanto al uso del odio en la lucha revolucionaria. El dijo en algunos de sus últimos artículos en Regeneración que “sin odio se pueden aniquilar los despotismos,” y que “Vamos a la lucha violenta sin hacer de ella el ideal nuestro, sin soñar en la ejecución de los tiranos como suprema victoria de la justicia. Nuestra violencia no es justicia: es simplemente necesidad.” ¿Y cómo veía Magón el odio? Me gustaría añadir que su presentación de la supuesta falta de comprensión juvenil que le faltaba a Práxedis del “valor de la supervivencia,” corre el riesgo de reflejar un sentido discriminatorio por edad. ¿Cómo ve la acusación?
CL: Tu acusación de “discriminación por edad” en contra de mí probablemente tiene razón. No lo había considerado en ese sentido, pero sí hay un tipo de identificación paterna con respecto a la simpatía que siento en referencia al intento de Ricardo de prevenir que Práxedis fuera a la guerra.
Pero de todas maneras, también es verdad que siento más simpatía por Práxedis que por Ricardo en cuanto a la cuestión del odio. Varios de sus ataques en contra de sus enemig@s, y en contra de sus compañer@s a l@s que llegó a ver como enemig@s, son verdaderamente horripilantes. Se puede comprender la razón por la cual Ricardo odía si se contemplan las numerosas dificultades y sacrificios que él experimentó en la vida, pero eso no hace que su actitud fuera atractiva. Ricardo tenía varias virtudes, pero su promoción del odio no se puede incluir aquí. En cambio, Práxedis tenía más conciencia de este problema, y una de las cosas más bellas de Práxedis es que el escribía sus pensamientos acerca de esta cuestión, y los publicaba en Regeneración.
El odio que Ricardo sentía también tenía que ver con su perspectiva histórica, no sólo con el rencor. Él estaba convencido que vivía en el inicio de la revolución mundial, y no era el único que tenía esa opinión, especialmente tras el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En cierto sentido, esta consideración podría justificar hasta cierto punto los contínuos llamamientos que Ricardo hacía por la violencia e incluso por los asesinatos, pero tengo que decir que esta parte de la vida de Ricardo es para mí una de las más problemáticas. Se ven los efectos negativos que tuvo esta orientación tanto en las relaciones interpersonales entre Ricardo y algunas de las personas a quienes él consideraba más confiables, como en la decaida de apoyo a la Revolución por un pueblo que estaba agotado por tanta violencia incesante. Esta fue una de las cosas que Ricardo no vivió directamente, pero esta cuestión es muy relevante para poder comprender lo que Enrique y otr@s Liberales experimentaron cuando volvieron a México tras la Revolución.
JSC: Durante el desarrollo de la fase inicial de la Revolución y mientras más integrantes del PLM decidieron juntarse a Madero, la red transnacional que apoyaba la “Causa Mexicana” empezó a deteriorarse, como Ud. nos dice—en parte como respuesta a la agresividad virulenta que Ricardo expresaba hacia varios ex-compañer@s que abandonaron el Liberalismo por Madero. Un componente clave de tal actitud impropia entre camaradas tuvo que ver con el prejuicio evidente que Ricardo tenía en contra de la gente LGBTQ. Él expresó su ira de manera particular en contra de la lesbiana Juana B. Gutiérrez de Mendoza, cuando reveló su homosexualidad públicamente tras su deserción, presentándola como alguien “degenerada” que estaba involucrada en una “lucha contra la Naturaleza.” Igual ocurrió en el caso de Antonio I. Villarreal, quien dejó la Junta Organizadora para unirse al maderismo, y después fue acusado de haber tenido relaciones sexuales con cierto peluquero. A pesar de la “traición” de Gutiérrez de Mendoza, hay que clarificar que ella ayudó a Zapata a escribir el Plan de Ayala (1911/1914) tras su desilusión con el reformismo maderista, mientras que Villarreal el socialista sirvió bajo Madero y en cambio fue nombrado coronel antes de que él fundara una versión en la Ciudad de México de Regeneración (que Magón consideraba “Degeneración” o “Regeneración burguesa”), y luego acusara a Ricardo de haberse vendido.
Sin duda, las “acusaciones” de homosexualidad que Magón perseguía se afiliaron con el conocimiento popular del “Escándalo de los ’41,” operación policiaca en contra de un baile de la clase alta en la Ciudad de México en 1901, evento que resultó en la detención de 41 muchachos que estaban bailando el un@ con el otr@, la mitad vestidos de mujer. La implicación fue que la clase dominante del Porfiriato era afeminada, emasculada y “degenerada,” y que lo que se necesitaba era la regeneración masculina, masculinizando una regeneración ¡patriarcal! Lamentablemente, y con relación al momento actual, una dinámica de tono similar parece operar ahora en Mexico, en relación al Presidente Enrique Peña Nieto y Manuel Velasco Coello, Gobernador del Estado de Chiapas. No hay duda que estos priístas son tiranos, pero se conoce que una corriente entre la oposición en contra de ellos se expresa en términos tales como “putos” putativos, casi en estilo magonista. A partir de esto surgen varias preguntas. En primer lugar, ¿hasta qué punto se reflejaban los prejuicios de la sociedad mexicana en la homofobía de Ricardo? Es evidente que este prejuicio viola la filosofía militante y anti-autoritaria del PLM, siendo si no profundamente transgresiva, dado que sus adherentes “se enfrentaban con el status quo e intentaban crear una alternativa frente a ello.” Otra cosa es preguntarle, ¿cuánto es que Ud. cree que la sociedad mexicana ha avanzado, en términos de la diversidad sexual y de género en el siglo que ha pasado desde la Revolución?
CL: Con toda probabilidad, sería imposible evaluar la profundidad o el alcance de la “homofobía” durante la epoca de Magon. Ese término ni existía en ese entonces, y como Carlos Monsivais ha observado, el “Escándalo de los ’41” fue el primer escándalo homosexual en México (1901). Así que mi respuesta a la primera parte de tu pregunta es tentativa, pero aquí va: Tengo la impresión que Ricardo era más intensamente “homofóbico” que vari@s de sus contemporane@s, y creo que así era por dos razones. La primera tiene que ver con la idea de regeneración en sí— idea que dependía de la perspectiva de que México estaba postrado, humillado, esclavizado, etc. Todas estas ideas minaban la virilidad, lo cual era un valor clave en el movimiento. Esta dinámica no necesariamente lleva al pánico homosexual, pero sí puede contribuir al mismo. Creo que en el caso de Ricardo, sí contribuyó.
Un segundo factor, en mi opinion, fue la gran cantidad de tiempo que Ricardo estuvo encarcelado. Las relaciones homosexuales eran muy comunes en la cárcel, y eso se sabía bien en Mexico. Carlos Roumagnac, el principal criminólogo mexicano, publicó un estudio de “tipos criminales” basado en entrevistas de gran duración en la Prisión de Belem—donde Ricardo había estado internado—y concluyó que casi todos los encarcelados tenían relaciones sexuales entre sí. Los cuentos que contó Antonio Villarreal acerca de las experiencias de la Junta en la prisión federal en Arizona se enfocaban asimismo en esta cuestión. Es posible que Ricardo desarrollara una aversión a los avances sexuales que había experimentado en la cárcel, o tal vez existíera para él un enlace entre la homosexualidad y la debilidad, o también es posible que él fuera homosexual, y que le horrorizara la posibilidad de que su homosexualidad se desvelara. No se puede decir nada definitivo a partir de los documentos históricos, pero creo que se puede decir que sus experiencias en la cárcel fueron relevantes.
Por último, el tercer factor es la utilidad política de la acusación. En la prensa, Ricardo era constantemente atacado, y el solía utilizar cualquier cosa que pudiera para profanar a sus enemig@s. La acusación de homosexualidad le era útil, y él la utilizaba. Diría que no sólo la utilizaba, sino que se satisfacía haciéndolo.
En cuanto a la situación de México en la actualidad, yo diría que la sociedad mexicana ha experimentado transformaciones tremendas en términos de género y relaciones sexuales—tremendas. Aún durante el curso de mi vida, ni hablar de lo que estaba pasando durante el Porfiriato. Ahora si, las ideas de la conspiración homosexual, en particular entre la élite, como las teorías conspiratorias antisemíticas, todavía son comunes. En este sentido, Ricardo era mucho menos pernicioso que algunos teoristas de conspiración contemporáneos, dado que él no creía que México estaba bajo el control de un círculo gay. Creo que el hecho de que Ricardo en general era antinacionalista le conservó en cuanto a las teorias de conspiracion de las cuales hablas—las que dicen que la gente es pura, pero que sus explotadores son una camarilla de malditos perversos. La homofobía de Ricardo se dirigía hacia las personas que él consideraba traidoras, pero ést@s según él habian traicionado una Causa en vez de una nación “pura.”
JSC: Dado, como dice Ud., que la revolución ácrata es “la revolución más radical que la Ilustración ha engendrado,” siento curiosidad por saber si Ud. tendría algún comentario acerca de la influencia que el posmodernismo y el posestructuralismo han tenido en la tradición ácrata en las ultimas décadas, como se ve por ejemplo en la propuesta para un “anarquismo posestructuralista.” Como sabrá Ud., ambas escuelas rechazan la Ilustración.
CL: No conozco estas tendencias bien, en cuanto a las posibilidades de hacer tal comentario, aunque creo que hay buenas razones por las cuales el posmodernismo y el posestructuralismo tendrían un interés serio en el anarquismo. Para ilustrar, la crítica del Michel Foucault en cuanto al Estado y la soberanía fácilmente podría resultar en la exploración del anarquismo como espacio político alternativo. Además, el rechazo del posmodernismo hacia el grand récit del progreso podría proveer un amplio espacio para la valoración de l@s campesin@s, l@s artesan@s, y los modos de vida que se diferencian del antiguo romance marxista con el proletariado industrial. Esas conexiones siempre fueron muy importante para l@s ácratas, ya que ell@s no tenían el compromiso de despojar a l@s campesin@s y transformarl@s en mano de obra industrial.
Cuando digo que el anarquismo ha sido la corriente más radical de la Ilustración, quiero resaltar la consigna “Libertad, Igualdad y Fraternidad [o Solidaridad].” Estas palabras tuvieron una gran influencia, una influencia máxima.
JSC: De manera crítica, Ud. menciona que el vegetarianismo era una práctica social innovadora que algun@s integrantes del PLM y l@s estadunidenses que apoyaban la Causa Mexicana adoptaron: es decir, Práxedis Guerrero y Elizabeth Trowbridge. Es de presumir, como escribe Ud., que l@s dos se convirtieron en vegetariani@s para afirmar su amor hacia los animales y repudiar la crueldad y sufrimiento impuestos sin necesidad hacia estos seres, de manera que su rechazo de la injusticia social entre los seres humanos se extendió hacia la esfera de los otros animales y de la naturaleza. Tal vez en esto les habrían influido los ejemplos del ácrata-pacifista Lev Tolstoy y Élisée Reclus, el “Communard ,” algo que también se reflejaba en las sociedades vegetarianas que surgieron durante la revolución social de l@s ácratas españoles, además de entre l@s ácratas-vegetarian@s del movimiento Sarvodaya en India y Sri Lanka.[1] Como paralelo a la pregunta que trataba de la emancipación LGBTQ, ¿hasta qué punto ve Ud. progreso o regresión en cuanto a la lucha por los derechos de los animales y su liberación en el momento actual?
CL: Sí, a tu comentario acerca de Tolstoy y Reclus. Creo que la cuestión de los animales y sus derechos es una señal de progreso profundo, y que hoy se extiende mucho más que en la época de Elizabeth y Práxedis, dado que los problemas ambientales y nuestra responsabilidad como sujetos no simplemente de la historia humana, sino de la historia del planeta, actualmente son de un orden distinto al que existía anteriormente. Recuerda que la Revolución Mexicana tuvo lugar antes de que se desarrollaran las bombas átomicas y la energía nuclear. El sentido de que los seres humanos de verdad podían destruir el planeta entero todavía no existía, aunque las ideas de conservar el medio ambiente y oponerse a su destrucción ya existían. Frances Noel, uno de l@s estadunidenses radicales sobre quien escribo, fue un ambientalista que apoyaba la política de conservación en California. Hablando en términos más generales, las cuestiones de salud, aire puro, y medio ambiente formaban parte del discurso entonces no solamente de l@s higienistas y eugenistas, sino que también de l@s organizadores de la clase obrera y l@s reformistas urbanistas. Así que no quiero decir que no existiera el ambientalismo en esa época, sólo que era diferente. Hoy en día, la lucha ambiental tiene una máxima prioridad, mientras que entonces no era así. Esta dinámica causa que el vegetarianismo de un Práxedis o una Elizabeth resulte mucho más interesante, relevante y atractivo actualmente.
JSC: Pasando a la consideración de la campaña militar en Baja California (1911)—la lucha armada del PLM más conocida, aunque parece haber sido más un fiasco que una revolución exitosa—Ud. habla de varias problematicas: por ejemplo, que solo un 10 por cien de los insurrectos que “liberaron” a Tijuana eran mexican@s, los demás siendo Wobblies estadunidenses y mercenarios extranjeros. En primer lugar, esta dinámica material resultó en la situación inoportuna en la que los voluntariados anglos con más experiencia militar fueron elegidos oficiales, según los principios ácratas-democráticos, para luchar en la guerra contra l@s mexican@s “leales” a Díaz. Un ejemplo es el caso del aristócrata británico Carl Ap Rhys Pryce, quien anunció sin demora la independencia de Baja California tras la renuncia de Díaz en Ciudad Juárez en mayo del 1911. Junto con las propuestas fantásticas del capitalista “emprendedor” Dick Ferris de colonizar abiertamente la peninsula en interés del capital estadunidense, la decisión de Pryce—que no recibió apoyo ni de la Junta en Los Ángeles, ni de los guerreros Liberales y Wobblies—llevó a vari@s mexican@s a concluir que la campaña Liberal en realidad intentaba facilitar la anexión de Baja California a los EUA, en un paralelo a la pérdida anterior de Tejas, territorio que se convirtió en el Suroeste de EUA tras la guerra iniciada por James K. Polk contra Mexico unos 65 años antes, así que los Liberales eran nada más unos filibusteros, en su opinión.
Esta manera de presentar la campaña en Baja California sirvió para deslegitimizar de inmediato los esfuerzos de los Liberales allí, y de hecho facilitó que Madero utilizara las fuerzas federales que había heredado en contra del PLM. Mexicali y Tijuana cayeron antes de pasar un mes después de la caída de Diaz. Aunque la Junta creía que Baja era un punto rojo entre varios, es de imaginarse que este vínculo que se estableció entre el PLM y el separatismo dañó su relación con la opinión pública mexicana. ¿Considera Ud. que Ricardo se equivocó al permanecer lejos de la operación en Baja, o cree que él no fue suficientemente directo para distinguir entre la campaña Liberal y las acusaciones del filibusterismo que se alzaron en su contra, a pesar del énfasis que el ponía en la acción directa y la expropriación revolucionaria? Como observa Ud., este problema es inherente al anarquismo de la Junta Organizadora, que no se preocupaba por la “integridad nacional,” como sí lo hacen los nacionalistas y estatistas.
CL: Esta es una pregunta difícil de responder, dado que no sabemos lo que estaban pensando Ricardo y los otros integrantes de la Junta, y por eso mi respuesta va a ser muy provisional. Es claro que en 1911 Ricardo ni pensaba ni creía que la situación en los Estados Unidos se acercaba a una revolución—aunque tal vez sí así pensaba en el 1917—pero si él pensaba que los Wobblies y socialistas en el Suroeste estadunidense estaban creciendo rápidamente en fuerza y así podrían estar de camino para tomar el poder en esa región en un futuro próximo, podría ser que a él no le importaba si Baja permanecía en Mexico, se convirtiera en una república independente, o fuera anexada a EUA.
Mi impresión es que no le importaba mucho si Baja llegara a ser independiente, pero que sí se oponía totalmente a su anexión a EUA en ese momento. Ya sabes que todo esto es pura conjetura. Según Ricardo, él rechazaba ambas alternativas y quería que la peninsula permaneciera en México, donde debería de estar—pero todo esto salió después de que le acusaron de ser filibustero. Sin duda, creo que a él no le importaba nada cuáles eran los porcentajes de las fuerzas Liberales, entre mexicanos y extranjeros. La lucha era para la liberación de la explotación económica y política, no para la independencia nacional. Ricardo estaba a favor de extenderles la nacionalidad mexicana a l@s extranjer@s que participaron en la Revolución.
¿Debería haberse ido Ricardo a Baja California a ser comandante? Desde el punto de vista de los guerreros que simpatizaban con los Liberales, sí. Al mínimo, debería de haber estado en mejor contacto. La Junta utilizaba a John Kenneth Turner y a Antonio de Pío Araujo como intermediarios, y los insurrectos en Mexicali y Tijuana nunca recibieron la visita de Ricardo, Anselmo Figueroa o Enrique, quienes eran los integrantes principales de la Junta en ese entonces.
Pero de todas maneras, Ricardo y la Junta siempre consideraron que Baja era sólo un frente, no su meta principal. Desde esta perspectiva, tuvo sentido que Ricardo no viajara hacia allá para mandar, dado que Baja estaba muy aislada en esa época, y él no podía haber encabezado un esfuerzo propagandístico allí, en comparación con lo que podía hacer desde Los Ángeles. No obstante, tras la caída de Tijuana, todos los integrantes de la Junta fueron encarcelados, y les mandaron a la isla de McNeil en el estado de Washington. Por esta razón, es posible que pudieran haber logrado mucho más desde Baja California, después de todo.
JSC: Enfrentándose con el “avance” de la Revolución, y en particular con el coup d’etat de febrero de 1913 encabezado por el General Victoriano Huerta que mató a Madero y su vicepresidente Pino Suárez—una toma de poder que la Embajada de EUA ayudó a coordinar, como Ud. dice—Regeneración reaccionó, diciendo que tod@s l@s polític@s eran la misma cosa, fueran tiran@s, reformistas burgueses o generales. No obstante, Ud. implica que este tipo de análisis ultra-izquierdista no lo compartía la mayoría de la sociedad mexicana. Entonces, ¿podría hablar acerca de los conflictos entre el anti-autoritarianismo “vanguardista” del PLM y las realidades de los sentimientos populares en cuanto al curso de la Revolución, especialmente en relación con el fin de Madero?
CL: El difamarle a Madero fue un mal error político que reflejó una falta de consideración por los sentimientos populares en el mismo México. O tal vez, como dices, simplemente reflejaba el grado de movimiento vanguardista y su responsabilidad de educar al pueblo y destetar a la humanidad del engaño. Aunque antes de ocurrir el coup, la popularidad de Madero se estaba cuestionando, en ciertas regiones mexicanas—claramente, en el Distrito Federal—su asesinato fue profundamente repudiado. Las críticas que surgieron en Regeneración en contra de Madero, su esposa, y su familia tras sus asesinatos fueron muy insensibles, y podrían haber garantizado que el movimiento se quedara como marginal en cuanto a fuerza política, si no hubiera sido por el hecho de que ya estaba marginalizado en Mexico en ese período en cualquier caso. Recuerda que mientras que derribaron a Madero, la Junta estaba encarcelada en Washington, y varios ex-militantes del PLM se habían unido a otros movimientos, frecuentemente como los bordes más radicales de tales.
Este fallo táctico aparte, al parecer igual había un desprestigio entre los integrantes de la Junta hacia la reforma liberal-democrática, y es por esto que les veían a Huerta y a Madero como la misma cosa. Sí es verdad que eran muy similares en términos económicos, pero Huerta hasta le dio unas concesiones al movimiento sindical para reforzar su régimen. Las posibilidades de la democracia parlamentaria tenían más valor de lo que el PLM reconocía, en mi opinión, incluso para el futuro del movimiento laboral.
JSC: ¿Qué nos puede decir acerca de las relaciones entre el PLM y otros movimientos insurgentes que se oponían a Madero y a sus sucesores Huerta y Venustiano Carranza: es decir, Emiliano Zapata y el Ejército Libertador del Sur, o Pancho Villa y su División del Norte? Ud. plantea que Zapata simpatizaba con el manifiesto del PLM de septiembre de 1911, y que él tomó el concepto de “Tierra y Libertad” directamente de los Liberales, con las manifestaciones prácticas de la estrategia zapatista avanzando de cierta manera de acuerdo con le llamamiento de Magón hacia la revuelta armada decentralizada y generalizada para expropriar los bienes de la producción. Sin embargo, la situación parecer haber sido muy diferente en el caso de Villa.
CL: Creo que sí es justo decir que el Zapatismo encontró sus ideas principales en el ejemplo de los Liberales, y que el Zapatismo terminó siendo el mejor ejemplo del tipo de política que Ricardo favorecía. Es obvio que la filosofía no era todo, y mucha de la práctica zapatista tenía que ver con las condiciones particulares de la región sureña mexicana, así que no creo que el PLM tiene toda la responsabilidad por lo que el Zapatismo hizo o no hizo. Su influencia filosófica fue muy real, y hubo varios puntos en común entre los dos movimientos. Los problemas del caudillo y del personalismo preocupaban a los integrantes del PLM, pero probablemente no tanto a l@s zapatistas. De todos modos, dado que el Zapatismo no intentaba tomar el poder federal, esta preocupación terminó siendo secundaria.
El PLM tenía una opinión horrible de Villa y ello se relacionaba mucho con su papel en la lucha contra el PLM bajo el mando de Madero, especialmente dado que él era directamente responsable por la muerte de varios de sus compañeros. Las diferencias con Villa igual transcendieron a esa esfera: para Ricardo, Villa era un politiquillo típico: corrupto, sanguinario, autobombástico, comprado por las autoridades estadunidenses primero, y después por quienquiera pagara más…
Aunque la opinión del PLM era muy negativa en contra de Villa, eso no quiere decir que no existía ningun punto de coincidencia con el Villismo, o el Carrancismo. El manifiesto del PLM de 1906 tuvo mucha influencia sobre el proceso revolucionario mexicano. Dado el odio mutuo entre Villa y el PLM, no había muchos ex-militantes PLMistas en su División del Norte, pero sí había varios individuos prominentes que se afiliaron con Carranza durante un tiempo: gente como Antonio Villarreal y Juan Sarabia, quienes fueron protagonistas en el desarrollo de las ideas agrarias de este movimiento.
JSC: Ahora, un siglo tras la Revolución, ¿ve Ud. algún movimiento actual que siga el ejemplo de Magón y el PLM? En una entrevista que dio en abril del 1994, el Subcomandante Insurgente Marcos (ahora Galeano) del EZLN explícitamente vinculó el neo-Zapatismo con el pensamiento de Ricardo, entre otras figuras históricas mexicanas, mientras que en Rojava, varios acontecimientos en paralelo entre l@s kurd@s han resultado en el florecimiento del “confederalismo democrático” y la autogestión ácrata durante los últimos años. También es claro que Magón sigue siendo un punto de referencia clave para el movimiento social en México hoy en día.
CL: Ricardo Flores Magón fue unos de los pocos ideólogos de estatura en la Revolución Mexicana. Otras figuras importantes, como Luis Cabrera o José Vasconcelos, muy probablemente fueron mejores analistas políticos que Ricardo, pero ellos no fueron visionarios en el sentido de poder imaginar una sociedad verdaderamente diferente. Por eso, no obstante sus varias deficiencias, el pensar y vivir de Ricardo vuelven constantemente. Además, las dimensiones transnacionales, feministas, antiracistas y antinacionalistas eran únicas en el caso de la Revolución, y han sido una gran inspiración para todos los movimientos mexicanos-estadunidenses auténticos, empezando con el movimiento chicano de los 1970s. La influencia del PLM vuelve en los movimientos sociales, como dices, igual que en la vida de los individuos. Sé que me impactaron mucho los escritos de Ricardo cuando los leí por primera vez a los 17 años (¡ya hace muchos anos!), aunque entonces todavía no sabía mucho de la Revolución, y no tenía ningún interés particular en la cuestión.
De manera similar con el caso de otras figuras complicadas, hay personas que dicen haber sido inspirad@s por Ricardo, pero que no avanzan una política que coincide mucho con la suya. Estas diferencias se deberían de reconocer, sin duda, aunque el punto más profundo es que existen movimientos sociales hoy que buscan instaurar varias formas alternativas de autogestión, democracia, e igualdad que han hallado—y que continuarán hallando—mucho que aprender en el pensamiento de Ricardo, igual que en las experiencias colectivas del PLM y de sus amigos y camaradas.
“La Prisión Federal de Leavenworth en el estado de Kansas, donde les encarcelaron a Ricardo y Enrique Flores Magón y Librado Rivera durante el Primer Temor Rojo por haber violado las leyes de neutralidad y el Ley de Espionaje de 1917. Leavenworth sería el lugar en que Ricardo moriría durante la madrugada de 21 de noviembre de 1922, fuera su fin debido a negligencia médica o asesinato a próposito. (Cortesía John Murray Papers)”.
JSC: La subida al poder de Huerta en 1913 provocó en Tejas y otras partes de la región fronteriza una crisis que sería fatal para Magón. Como respuesta a la toma del poder de Huerta, Jesús María Rangel, un comandante Liberal muy respetado, organizó un contingente armado que iba a cruzar a Chihuahua para luchar en contra de los Carrancistas, y después avanzar hacia el sur a enfrentarse con el mismo Huerta, pero a estas fuerzas Liberales les impidieron el paso unos cuantos “Texas Rangers” quien les esperaban en la frontera, donde dispararon y detuvieron a los que sobrevivieron. El PLM de inmediato adoptó la causa de los “Mártires de Tejas” y de los supervivientes presos políticos. Después, en 1915, una revuelta mexicana en Tejas que seguía el Plan de San Diego resultó en una contrareacción brutal en contra de l@s mexican@s que vivían o trabajaban en el estado: miles fueron masacrad@s, víctimas de ejecuciones extrajudiciales y arbitrarias cometidas por paramilitares racistas. Tales atrocidades llevaron a Magón a declarar en Regeneración que no eran los rebeldes de San Diego sino que sus ejecutores los que deberían haber sido fusilados. Fue esta declaración, junto con la designación correcta de Ricardo en cuanto a Carranza, la que le consideraría “otro Díaz” y otro “lacayo de la Casa Blanca” en su esfuerzo por “subordinar el proletariado mexicano y entregarlo a la clase capitalista doméstica y extranjera, atado de pies y manos,” además que la llamada que él hizo hacia los mexicanos que luchaban bajo Carranza para convertir a sus comandantes en blanca, fue lo que les costó a él y a Enrique otra encarcelación (1916), hasta que los empeños de Emma Goldman por pagar su fianza les dio un aplazamiento temporal.
Con el comienzo del Temor Rojo, los hermanos Magón fueron perseguidos por las autoridades, y fueron condenados nuevamente en 1918. Ricardo recibió una sentencia por veintiun años, “gracias” a la ampliación del cargo con la nueva violación de la nueva Ley de Espionaje, que se había promulgado el año previo. Tal sentencia representaba pena de muerte para Ricardo, cuya salud ya se estaba deteriorando. De hecho, dos años después de llegar a la Prisión Federal de Leavenworth en Kansas, donde había pedido asistencia médica unas 22 veces, Magón murió debido a un infarto cardíaco. Su muerte tuvo lugar solo días después de que le habían trasladado a una celda más remota que la de Librado Rivera, quien igual estaba encarcelado en Leavenworth por la misma razón que Ricardo. Aunque no hay duda que Venustiano Carranza ordenó el asesinato de Zapata en Chinameca, Morelos, en 1919, es menos claro que el fin de Magón tuvo que ver con una ejecución extrajudicial propia, en vez de negligencia médica, sea a propósito o no. ¿Cree Ud. que le asesinaron a Ricardo?
CL: Personalmente, no creo que a Ricardo le asesinaran, aunque probablemente nunca sabremos de manera positiva si sí o no. Creo que sí hubo negligencia médica consciente en cuanto a las condiciones serias que Ricardo sufría, y que su muerte podría haberse pospuesto o evitado si hubiera recibido la atención médica adecuada, pero no creo que le estrangularon, como dicen.
Sabemos claramente que una de las teorias de su “asesinato” es falsa, como demuestro en el libro, y también sabemos de la negligencia médica. Podría ser que un guardia le asesinara a Ricardo, y estoy seguro que habrá muchas personas que estarían convencidas de esa teoría.
Las razones por las cuales no creo que le asesinaran son, en primer lugar, que Librado Rivera no dijo que a Ricardo le habían asesinado en una carta que escribió a un compañero desde Leavenworth en la que contaba la historia de la muerte de Ricardo, eso en un momento en el cual Librado no sabía lo que se decía fuera de la prisión. Tras su liberación de Leavenworth, sí aceptó la teoría del asesinato de Ricardo, pero ya en ese momento la productividad de esa narrativa estaba clara, así que contradecirla hubiera sido costoso e insensible, dado que, considerándolo de manera profunda, es muy claro que a Ricardo sí le asesinaron sus opresores.
Otra razón por la cual no creo que a Ricardo le mataran es que entiendo que las autoridades estadunidenses ya no le veían como una amenaza, y el gobierno de Obregón estaba a favor de aceptar su retorno a México. Si Obregón no consideraba a Ricardo amenazante, ¿por qué el gobierno estadunidense? Recuerda que Ricardo casi estaba ciego cuando falleció, y de salud estaba muy mala en general. Al final, la muerte de Ricardo fue una vergüenza para el director de Leavenworth, quien había insistido de manera continua que la salud del preso estaba bien. Su muerte resultó en una investigacion directa desde la Procuraduría Federal. En este sentido, no veo mucho motivo allí tampoco.
Yo creo que la narrativa del asesinato de Ricardo fue una manera de expresar el poder de sus ideas subversivas, y de resaltar la represión que él sufrió bajo las autoridades estadunidenses. Las ideas de Ricardo sí que son poderosas, y sí es verdad que le condenaron a la vida encarcelada, dada su resistencia a la conscripción y a la Primera Guerra Mundial, y su anarquismo. Todo eso sí es verdad. La única cosa es que no creo que le asesinara un guardia en Leavenworth—eso, nada más.
JSC: Aunque el crepúsculo de la vida de Magón estuvo lleno de pathos, dadas tanto la decaída de Regeneración, como la miseria y marginación experimentadas por los integrantes de la Junta antes de la encarcelación en Leavenworth, y la separación emocional de Enrique, Ud. clarifica que a Ricardo le inspiraba al fin la idea optimista y casi hegeliana que las Revoluciones Mexicanas y Rusas iluminaban el camino adelante para la humanidad, anunciando el comienzo de una transformación social mundial que destruiría el capital y toda autoridad. En una carta escrita en Leavenworth menos de un año antes de su muerte, Ricardo expresa su certidumbre en cuanto al “futuro brillante que [ahora] se abre a la raza humana,” y hasta la identifica como su “consuelo.” Un poco menos de un siglo después, vemos que la crisis multidimensional del orden-mundial capitalista persiste precisamente porque las revoluciones del siglo XX fallaron en desplazar a los enemigos reaccionarios que Magón había identificado desde el escenario de la historia. Considerando el conocimiento íntimo y profundo de la revolución social que Ud. ha recopilado y presentado en , ¿tiene algunas recomendaciones para l@s ácratas y otr@s radicales de hoy en día que quiere compartir?
CL: Gracias por esta pregunta, no sería ésta una pregunta que me hubiera atrevido a hacerme yo mismo. Aquí viene mi respuesta, en tanto en cuanto no me consideran un oráculo délfico. Creo que la parte más emocionante de esta historia y experiencia es la idea de la centralidad del apoyo mútuo. Además, creo que el feminismo del movimiento, su resistencia meticulosa al nacionalismo, su compromiso con el amor, el arte, la belleza, y su crítica hacia el Estado y la religión organizada son todas cosas maravillosas. No estoy de acuerdo con la afinidad del movimiento hacia la violencia o su teoria de la revolución, que simplemente estaba equivocada.
Con relación a la segunda cuestión, Ricardo creía que cada aldea y comunidad en Mexico reproducía una lucha fundamental entre l@s opresores y l@s oprimid@s, y que una chispa revolucionaria tenía la potencia de explotar la situación entera. En este sentido, se puede ver al Ricardo como un precursor del foquismo y Che Guevara—con algunas de las mismas limitaciones de tal teoría y figura histórica, igual. Lo que Ricardo no veía es que los procesos revolucionarios son guerras civiles, y en las guerras civiles, todas las divisiones sociales se pueden movilizar de maneras productivas, políticas y materiales. La dinámica de la guerra no era, como Ricardo lo imaginaba, un tipo de llama de purgatorio que resultara en el sanamiento de la sociedad y el parto del comunismo puro. No, la guerra civil llegó a ser un proceso en el cual se formaban las coaliciones, los liderazgos, y se negociaban la vida y la libertad de los mejores individuos. Sí es claro que hubo victorias mayores en este proceso, pero costó muchísimo, y los resultados no eran lo que los militantes del PLM habían esperado. Por esa razón, vari@s de sus militantes continuaban en la lucha, y continuaban alzándose en armas hasta que por fin les asesinaron las autoridades. Doy el ejemplo de Lázaro Alanís al principio del libro, quien se levantó por primera vez en contra de Porfirio Díaz, después en contra de Madero, y después se opuso a Huerta y Carranza. Por fin fue ejecutado tras haber participado en la Revuelta De la Huerta contra Obregón.
No me convencen mucho las teorias bakuninistas acerca de la violencia. Pero en mi opinión hay una verdad profunda filosófica en varias de las ideas de Kropotkin y otr@s, quienes creían en la primacia del apoyo mútuo. Igual creo que actualmente hay unos medios de comunicación y organización que podrían facilitar la adopción de los ideales ácratas, en comparación con la situación hace un siglo. Es claro que tendría que haber nuev@s teoristas para poder movilizar estos recursos de manera distinta a la que se intentó en generaciones previas.
Gracias de nuevo Javier, por ofrecerme esta conversación, que me ha proveido mucho para contemplar.
[1] John P. Clark, The Impossible Community: Realizing Communitarian Anarchism (London: Bloomsbury, 2013), 145-6, 180, 229.
Claudio Lomnitz es antropólogo e historiador. Sus libros incluyen Evolución de una sociedad rural (Fondo de Cultura Económica, 1982); Exits from the Labyrinth: Culture and Ideology in Mexican National Space (University of California Press, 1992); Modernidad Indiana: nación y mediación en México (Planeta, 1999); Deep Mexico, Silent Mexico: An Anthropology of Nationalism (University of Minnesota Press, 2001); Death and the Idea of Mexico (Zone Books, 2005); El antisemitismo y la ideología de la Revolución Mexicana (Fondo de Cultura Económica, 2010) y, con Friedrich Katz, Una conversación sobre México, su revolución y su historia (Ediciones Era, 2011). Lomnitz también escribe una columna bimensual en La Jornada. Él es Profesor de Antropología Familia de Campbell y Director del Centro de Estudios Mexicanos en Columbia University. Actualmente es profesor visitante en CIDE en la Ciudad de México.
Javier Sethness Castro, autor de dos libros, ha publicado sus escritos en Truthout, Counterpunch, Anarkismo, Dissident Voice, Countercurrents, Climate and Capitalism, MRZine, Dysophia, The Journal of Critical Globalisation Studies, y Perspectives on Anarchist Theory. Ha trabajado como observador de derechos humanos en el sureste mexicano, y es también traductor, tutor y enfermero. Recientemente ha completado un borrador de una biografía política e intelectual de Herbert Marcuse, y la traducción de su primer libro, Clima, Ecocidio y Revolución, próximamente saldrá a la luz con Bloque Libertario/Revuelta Epistémica en la Ciudad de México. Una traducción al portugués se espera publicar pronto.
Publicado el 23 de Marzo de 2015 en:
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