El cuento patriotista: conjeturaciones sobre la falsa ideología de la patria

EL CUENTO PATRIOTISTA: ASENTADAS Y MÁS CONCRETAS CONJETURACIONES EN LO QUE RESPECTA A LA IDEOLOGÍA DE LA PATRIA Y SUS CARACTERÍSTICAS ULTERIORES

Héctor Chiñas

«Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen».

-Manifiesto del Partido Comunista. Carlos Marx & Federico Engels-

 

Prende uno su televisión, trata de sintonizar alguno de los mil contenidos que el mágico aparato (tanto en el sentido literal como en el sentido althusseriano) ofrece, y en medio de esos mil contenidos, sintoniza un spot lanzado por esa cadena televisiva liderada hoy por hoy por Emilio Azcárraga-Jean, en la cual se presenta un remix del toque marcial de bandera en formato cumbiero, como fondo de miles de imágenes mostrando el orgullo del mexicano por su bandera, símbolo de orgullo y libertad, y en el que al final incita (sin saber todavía si de forma retórica o literal): «si eres mexicano, ¡saca tu bandera!».

Este spot, después de la palmada en el rostro que incita inevitablemente, y de la consecuente risa, genera (o debería generar) reflexiones acerca del paradigma patriótico que habita en la cultura colectiva de los mexicanos, particularmente en torno al tópico de la bandera, del drapeau, el trapo, que, dentro de un marco de ideología, es el perfecto ejemplo de la alienación del individuo concreto. Es necesario, pues, hacer un recorrido, bien que sea breve y conciso para una fecha como ésta, a la cuestión de las naciones, el patriotismo y los llamados símbolos patrios.

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I

Sobre la nación

Es un hecho que desde la infancia tenemos presentes la existencia de naciones, la división de la Tierra, y de la humanidad, en fracciones con un determinado territorio, un determinado aparato estatal, una determinada población, etcétera. Podemos conjeturar que el origen de éstas puede hallarse en el establecimiento de los hombres alrededor del planeta, quedando en asentamientos separados; al comenzar a entrar en contacto, con el crecimiento de las poblaciones, fue pertinente diferenciarse, por lo que se establecieron estas comunidades abstractas, distintas y que interactúan, las naciones. Aún más: podemos hacer notar que el dominio de unas naciones sobre otras comienza en esta misma interacción, al extenderse las relaciones de dominio, ya presentes dentro de las comunidades, a las relaciones entre naciones, siendo determinada dicha extensión por el distinto desarrollo de las fuerzas productivas en cada nación. Esto ya había sido hecho notar por Marx en la Ideología Alemana en 1845.

Las relaciones entre unas naciones y otras dependen de la extensión en que cada una de ellas haya desarrollado sus fuerzas productivas, la división del trabajo y el intercambio interior.

…las mismas relaciones [de dominio] se muestran, al desarrollarse el comercio, en las relaciones entre diferentes naciones. [1]

Ante todo, hay que entender que la interacción entre las naciones es de índice material (igual que las relaciones mismas entre los individuos concretos). La cuestión de la ideología de la nación debe buscarse, por ende, dentro de cada nación, dentro de la misma comunidad abstracta, que no es más que una de las facetas de la superestructura social.

Antes de insistir con esta cuestión, debemos tener en cuenta algo de prima importancia. El cauce histórico de las fuerzas productivas, y ya de por sí de la misma humanidad, ha hecho que todos los pueblos (o casi todos) hoy estén no sólo en contacto e interacción, sino prácticamente ensamblados (en el sentido del adjetivo francés ensemble) en una sola masa humana, en una humanidad propiamente dicha, es decir, los pueblos hoy juegan su vivencia, su existencia, en un plano histórico-universal. «En lugar del antiguo aislamiento y la autarquía de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones». [2]

El simple tópico de la globalización ha reivindicado las aseveraciones marxistas. El papel de las naciones dentro de este mercado mundial es la lucha por el dominio absoluto de éste, el cual ya no se traduce tanto en un dominio territorial, tal y como ocurría en el contexto del imperialismo en el cual un Lenin todavía aterrizado y auténticamente revolucionario ejercía su crítica, sino que es hoy un dominio exclusivamente económico-político. Las potencias ya no necesitan de colonias para lograr el control del mercado mundial, pues ya tienen suficiente con los organismos internacionales (háganse llamar FMI, OTAN, OCDE, CEI, etc.) que están logrando el objetivo de maravilla.

Una vez establecido este preámbulo, pasemos a la cuestión que nos aqueja: ¿qué papel juega la idolatría, o mejor dicho, la ideología de la patria?

II

Patriotismo: cuestión de ideología dominante

Para entender la ideología de la nación es necesario saber antes qué es la ideología. Quién mejor para realizar una definición de la ideología que Louis Althusser, quien en su obra Ideología y Aparatos ideológicos del Estado ha logrado desmenuzar y concretar, aterrizar el problema de la ideología en el campo marxista. La exposición que se realiza en la segunda parte de su trabajo es un tanto larga y pesada, tal vez por lo innovador de su empresa. Sin embargo, podemos, aunque sea de forma tentativa, resumir su tesis en una (momentáneamente conveniente) definición breve que estableceremos. Sea, pues, la ideología la realidad omnihistórica y material que interpela y sujeta a los individuos concretos, que está centrada en el Sujeto (que viene a ser el poder en el sentido foucaultiano[3] ), quienes forman, por ella y para ella, la representación de su relación con sus condiciones materiales de existencia, traduciéndose en comportamientos (regulados por los aparatos ideológicos del Estado) que garanticen una suerte de status quo social.

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Incluso resumida, la definición de la ideología será aún muy complicada y difícil de entender para muchos lectores. Sin embargo, iremos alumbrando y desmenuzando esto sobre la marcha, en el tratamiento del problema concreto que nos ocupa: la ideología de la patria.

Aclaremos algo antes que nada: cuando hablamos de ideología de la patria estamos entrando a otros terrenos, pues para Althusser, las ideologías particulares «siempre expresan, cualquiera que sea su forma (religiosa, moral, jurídica, política), posiciones de clase».[4]

Entonces, comenzaremos por ubicar lo que denominaremos matiz de clase (esto es, a qué clase sirve tal ideología) del patriotismo. Ya dijimos anteriormente que la cuestión patriótica debe buscarse dentro de la nación y no entre ellas. Y hablar de la nación es hablar del propio aparato del Estado, pues un individuo concreto emancipado de él sólo reconocería humanos, no mexicanos, ni franceses, ni japoneses, ni vascos, etc. Reconocer la unidad humana es erradicar la premisa para la hostilidad entre los grupos humanos, la cual sólo puede existir como práctica de las relaciones de dominio entre naciones y, ulteriormente, entre los mismos hombres. Dividir a los pueblos es, en última instancia, dividir a los hombres. Esto sólo puede servir a una clase, y es a la clase dominante: la burguesía. La ideología de la patria es, pues, una ideología tictapologética, destinada a preservar las relaciones de producción. (Bueno, analizando más detenidamente, toda ideología, si nos atenemos a la definición que establecimos, es tictapologética).

La Patria, que es el Sujeto del patriotismo, interpela a sus individuos, los ciudadanos, y les hace comportarse de cierta manera libremente en ciertos rituales. ¿Cuáles? Si observamos con cuidado, prácticamente todos: pagar impuestos, respetar a la policía y al ejército, no delinquir, celebrar las fiestas patrias, rendir honores al lábaro patrio en la escuela todos los lunes, etc. Esto nos lleva a reparar en que todos los aparatos ideológicos del Estado ejercen o regulan los rituales patrióticos: el aparato religioso honra al arzobispo Norberto Rivera y ora por México; el aparato político y sus organizaciones actúan para determinados organismos nacionales (la Cámara de Diputados, el Senado, el INE, la CTM, etc.) por la superación de México; el aparato informativo da buena cobertura de los acontecimientos nacionales y de su gobierno (por no mencionar la transmisión matinal del Himno Nacional); el aparato cultural incita a voltear a la cultura de México como única en el mundo o que como México no hay dos; el aparato escolar… bueno, ni se diga.

Por esta observación, podemos atrevernos a decir que el patriotismo, la ideología de la patria, es la ideología primordial del aparato del Estado, en tanto que es la ideología tictapologética por antonomasia.

III

Especificaciones, conclusiones y juguetes no-biodegradables

Entre las dudas que deben estar restando en este momento entre vosotros, queridos lectores, debe estar la siguiente: ¿qué implica el que una ideología sea regulada por varios aparatos ideológicos?, pues ya vimos que la ideología patriótica prácticamente es regulada en sus prácticas y sus rituales por todos. Y la respuesta es que, entonces, los rituales de esta ideología pueden adaptarse dependiendo de la circunstancia político-social del momento concreto, y pasar de reposar principalmente en un aparato ideológico tal a hacerlo en otro, puesto que el funcionamiento de la ideología no se trastoca. En México acaba de darse el ejemplo perfecto para ilustrar esta proposición.

Por disposición gubernamental, cada 24 de febrero se celebra en este país el Día de la Bandera. Otro dato: en la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales queda estrictamente prohibido la banalización de cantos patrióticos. [5] El día de ayer, 23 de febrero, ocurrió algo que ya habíamos anotado en la introducción: esta prestigiosa cadena televisiva, Televisa, lanzó al aire un spot donde banalizaron el toque a la bandera en una cumbia fiestera. En teoría esto debería generar una controversia conforme a la ley, pero pasa algo: el spot, en esa banalización, resultó ser extremadamente tictapologético, debido a que seguía cumpliendo con su funcionamiento ideológico principal: interpelar al individuo concreto para someterlo como sujeto de la ideología. Lo único que cambió fue el ritual: en lugar de ser el ritual solemne del toque marcial en los aparatos jurídico y escolar, pasó a ser un ritual mitotero del aparato informativo (más concretamente, de la mass-media), lo cual nos confirma que en una ideología cuyos rituales sean regulados por más de un aparato, mientras ésta no sea trastocada, puede adaptar libremente sus rituales.

Asimismo, debemos dejar explícita otra conclusión de suma importancia en nuestro análisis, algo que ya insinuábamos en la primera parte: la ideología patriótica no sirve para glorificar a una determinada nación, sino simple y llanamente como primera garantía de la conservación del poder de Estado de una clase (en el contexto mundial actual, es la burguesía).

El embrollo de ese juguete no biodegradable, la bandera, cuya confección contiene, en su mayor parte, fibras de nylon, y cuyos diseños edición limitada van y vienen según el contexto histórico y social, es que sólo representa una embarradita de Nutella frente a toda la cuestión del nacionalismo, el patriotismo y su más primicia base: la ideología de la patria, cuya abolición es una de las tantas premisas, dentro de la lucha libertaria, para conseguir la auténtica paz entre los humanos.

Febrero del 2016

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[1] Marx. Carlos. Ideología Alemana. 1845. Giforen. México.

[2] Marx, Carlos & Engels, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. 1848. Berbera Editores. México

[3] Para Michel Foucault, el poder es una física, como la gravedad, que no se puede poseer, sino que se ejerce. Es, pues, la física social por excelencia. Vid. Foucault, Michel. Microfísica del poder.

[4] Althusser, Louis. Ideología y Aparatos ideológicos del Estado. 1970. Ediciones Quinto Sol. México.

[5] Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, Artículo 39°. “Queda estrictamente prohibido alterar la letra o música del Himno Nacional y ejecutarlo total o parcialmente en composiciones o arreglos. Asimismo, se prohíbe cantar o ejecutar el Himno Nacional con fines de publicidad comercial o de índole semejante.” Este artículo también podría aplicar a la ejecución del toque de bandera, que es otro canto patriótico.

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