Grupos armados al alza en México por la corrupción e ineficacia de las políticas públicas

Zósimo Camacho

En la versión actual de la Agenda Nacional de Riesgos, instrumento confidencial elaborado anualmente por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional de México (CISEN), se reconoce el fortalecimiento de cuatro grupos guerrilleros que vienen actuando desde la década de 1990. Además, el documento revela la formación de un nuevo grupo con “cuadros históricos” de antiguas organizaciones “y nuevas generaciones de militantes de mayor radicalidad de lucha”.

La agenda destaca los 10 principales “riesgos” que enfrenta la seguridad nacional a causa de estos movimientos subversivos. También admite que los factores que favorecen la subversión son el “asilamiento físico (de comunidades indígenas y campesinas), la ineficacia de las políticas públicas, la corrupción y el alto nivel de marginación (en que se encuentran amplias regiones del país)”.

Resurgimiento

Entre los grupos activos señalados en el expediente se encuentran el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN, el grupo más importante con aproximadamente 40.000 milicianos y hoy empeñado en acciones pacíficas para participar en el proceso electoral de 2018), el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y la Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP). De la nueva formación no se proporciona el nombre.

Las guerrillas nunca se fueron del todo en esa nación, a pesar del embate (muchas veces con crímenes de lesa humanidad) que emprendieron las Fuerzas Armadas Mexicanas y las corporaciones policiacas desde la década de 1970.

Cuando los gobernantes creían que habían desarticulado totalmente la lucha armada, en la década de 1990, irrumpió con fuerza el EZLN y, con menor éxito pero con probada capacidad de fuego, el EPR. En esa misma década se dividió esta última guerrilla, dando origen a nuevos grupos. La efervescencia de los movimientos armados solo pudo contenerse con la llegada de la guerra contra el narcotráfico.

Y es que muchos de los  comenzaron a combatir a los grupos insurgentes. Choques directos entre guerrilleros (o partisanos) y narcotraficantes se sucedieron en estados como Guerrero, Oaxaca y Michoacán (al sur y al occidente de la Ciudad de México).

Cabe recordar que a finales del 2006 México vivía intensas protestas por la imposición del candidato de la derecha, Felipe Calderón, y los movimientos armados se fortalecían por el descontento generalizado. Solo la guerra contra el narcotráfico sofocó las protestas y replegó a las guerrillas.

Los motivos

Hoy la  no ha terminado y continúa con su estela de 160.000 muertos, 30.000 desaparecidos y 300.000 desplazados; pero, al parecer, ya no es suficiente para contener a los movimientos armados revolucionarios.

En el país donde la mayoría de la población desconfía de quienes organizan las elecciones, donde se han denunciado fraudes escandalosos en 1988 y 2006, donde el 70% de la población vive en algún nivel de pobreza y donde la mayoría de los partidos que contienden en los procesos electorales tienen los mismos programas económicos y políticos, la vía armada es vista como la única opción de cambio por parte de las nuevas generaciones.

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