L’ Arcádia, un proyecto de educación libertaria, autogestionaria y comunitaria en Barcelona

Los grandes hitos del movimiento libertario no se reflejan, para mi observación, en las diversas y exitosas experiencias masivas, sino en el continuo devenir la práctica revolucionaria de hoy en la normalidad social del mañana. Ese cambio lento pero firme que se ve al contrastar cómo muchas de las ‘excentricidades’ de las libertarias de principios de siglo XX pasarían hoy bastante desapercibidas.

Discursos y hechos pioneros como la cuestión afectiva, el naturismo, la labor de personas como Félix Martí Ibáñez o de colectivos como Mujeres Libres lo atestiguan, la asunción colectiva de la organización horizontal como la natural frente a la vertical lo afirma. Francisco Ferrer i Guardia, las escuelas racionalistas, los ateneos, Paideia… y todos los proyectos herederos de la idea —inseparable de la práctica— de que el cambio sólo será real si es fruto de un cambio de mentalidad colectivo y de que hay que aprender a vivir para poder ser felices, estos, lo claman a voces por todo el mundo.

Bien, L’Arcadia es — fermentada en Can Batlló, un increíble hervidero de experiencias horizontales en el Barrio de Sants (), con los ingredientes de años de lucha, reflexión y estudio— la continuación radicalmente directa de la quintaesencia de la transformación antiautoritaria. Un proyecto que bebe de los mejores maestros y maestras y se apoya en la experiencia y la formación como dos pilares para, de nuevo, y pese a todas las derrotas, seguir la senda que conduce este mundo a un lugar más habitable construyendo una sociedad más amable, libre y justa.

Pudimos disfrutar de su contagiosa y alegre sabiduría en Xixón, en una gira organizada por el norte peninsular para dar a conocer su proyecto y su estadio. Aprovechamos la ocasión para preguntarles, en ASTURIES, por todo esto y algo más.

— Este titán que llamáis impone, así que vamos a empezar lento. Es una escuela planteada desde los 3 a los 16 años, pero… ¿por qué cooperativa?

Pensamos que un proyecto de educación antiautoritaria debe reflejar sus principios en todos sus aspectos y no sólo en los que entendemos como propiamente educativos. ¿A alguien se le ocurriría intentar llevar a cabo una educación autogestionaria desde el despacho de dirección? Decía Confucio que sólo el ejemplo educa.

Pero no basta con que un proyecto sea cooperativo en términos de legalidad —porque la ley de cooperativas no es una ley para la autogestión. Así, una cooperativa autogestionaria, como la hemos pensado, anula su consejo rector, liquida las escalas salariales, toma en cuenta aspectos cualitativos de escala humana y no sólo monetarios, no contempla la contratación de personal externo y es declarada sin ánimo de lucro, lo que implica, aquí sí legalmente, que cualquier beneficio debe revertir en el propio servicio que ofrece la cooperativa. En nuestro caso también contemplamos la posibilidad que revierta sobre el conjunto de Can Batlló, donde cooperamos más de una treintena de proyectos: intercooperación.

Entre lo público-estatal y lo privado-mercantilista nosotras proponemos un modelo público-comunitario desde el cooperativismo autogestionario, es decir, un modelo público que recupere la gestión de los servicios poniéndolo en manos de la comunidad directamente vinculada al mismo.

— ¿Cómo evitaréis entonces que se de algún tipo de barrera económica de acceso?

Primero desmentir o desmitificar la idea de gratuidad. Nada es gratuito, una servidora como mínimo ha tenido que desayunar para recargar de fuel del depósito para poder aburriros con las respuestas de esta entrevista.

Si pensamos en el acceso gratuito a los servicios resulta que echamos mirada atrás y observamos que lo que hacemos es un pago diferido a través de los impuestos que supuestamente son progresivos y luego se redistribuyen equitativamente (ingenuo, ¿no?).

¿Alguien ha echado cuentas de cuánto cuesta al Estado la escolarización de cada niño/a? Según el informe del MECD de 2014, 6.000€ anuales por cada plaza. Eso viene a suponer, contando que el curso empieza a mediados de setiembre y acaba un poco pasados mediados de Junio, 666 euros mensuales por niño/niña.

Evidentemente ahí no se incluyen los pagos que hacen las familias en conceptos de libros, ropa para deporte, batas, materiales consumibles, comedor, colonias, excursiones, actividades extraescolares… Quien tenga un menor a su cargo ya se hace la cuenta.

En este o en cualquier proyecto autogestionado, no se trata de si es gratuito o no —porque ya sabemos lo que cuesta mantener abierto un local sin subvenciones— sino de, y a eso apunta la pregunta, es como regular un acceso universal no discriminatorio por razones de renta.

En L’Arcàdia hemos establecido diferentes mecanismos como las aportaciones voluntarias que hace tiempo realizan tanto individualidades como colectivos —y que os emplazamos a hacer—, la diversificación de servicios educativos, más allá de la actividad escolar; la optimización de recursos eliminando costes superfluos a las familias (libros, batas, extraescolares, excursiones de pago), la propia solidaridad del profesorado, que en asamblea acordó hacer una aportación mensual voluntaria de 400 euros mensuales —es decir, que cada profe “apadrina” alumnos sin recursos—, la intercooperación con proyectos rurales y cooperativas de consumidoras para reducir costes de comedor, la eliminación de personal PAS (copistería, cocina, limpieza…) ya que estas tareas se hacen comunitariamente, etc…

En cuanto a cuotas familiares, evidentemente habrá, pero según renta. Es decir, que la solidaridad recaerá, necesariamente, sobre quien la necesite, y a las familias que dispongan de posibilidades económicas se las emplazará a solidarizarse con las de sus compañeras. Se trata de establecer una redistribución equitativa intraproyecto (no estatal) y establecer mecanismos mas extremos para personas en un estado económicamente vulnerable.

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¡De cada cual según sus posibilidades y a cada cual según sus necesidades!

— ¿Y en qué se traduce lo autogestionario?

Nosotras hablamos de la triple A —como las agencias de cualificación capitalistas— pero en el sentido de triple autogestión. Es un concepto que nos sacamos de la manga para valorar el grado de autogestión de las escuelas que visitábamos. Esto fue así debido que observábamos cosas que nos gustaban y cosas que no, dentro de un mismo proyecto, y de éste modo podemos atinar mejor en analizar en que ámbitos nos gustan y cuales no tanto, o cómo los mejoraríamos; así, con este criterio, construimos L’Arcàdia.

— Esperad, ¿triple?.

Sí, triple hace referencia en que tres niveles o ámbitos de un proyecto educativo podemos aplicar los criterios autogestionarios, y estos son:

En el ámbito de la gestión (cooperativa, condiciones laborales, relaciones comunitarias, militancia), en el ámbito de la organización escolar (nivel de autoorganización de los y las niñas, como se toman las decisiones, si son vinculantes, sobre que temas, cómo se gestiona el trabajo colectivo, etc.) y en el ámbito del aprendizaje propiamente (currículum, espacios de apredizaje y sus usos, selección de materiales, estilo de acompañamiento…).

En el diseño de L’Arcàdia hemos tenido en cuenta respetar y potenciar la autogestión en los tres ambitos, como no podía ser de otra manera.

— Entonces, sois una escuela ‘libre’…

Sí, de transgénicos… (risas) Nosotras nos consideramos una escuela autogestionaria, porque nos matiza el concepto de libre —ya que este no deja de ser un cajón de sastre como aquello de “movimiento alternativo”—.

Cuando una educación se considera libre debería matizar que concepto de libertad tiene entre manos, porque el concepto liberal y el libertario son radicalmente opuestos.

Mientras que el primero concibe al niño o niña como un ser que nace absolutamente libre, el concepto libertario lo mira como un ser totalmente dependiente que sí o sí, debe luchar para alcanzarlo —si es que se alcanza. Por otra parte, el concepto burgués ostenta una libertad individual y competitiva que “se acaba donde empieza la del otro/a”. El concepto autogestionario es el de una libertad colectiva y cooperativa donde “tu libertad se proyecta con la de los demás”. Este segundo concepto —al cual nos suscribimos fehacientemente— por necesidad debe ir acompañado de un entorno igualitario, puesto que nadie es libre en una sociedad de esclavos/as ni asalariados/as.

Nosotras concebimos la libertad como un proyecto siempre por resolver, como una búsqueda del máximo de libertad posible para cada momento y persona, pero, una libertad colectiva, en igualdad, con justicia redistributiva, con equidad —para garantizar un profundo respeto a la diversidad— con solidaridad, respeto y ayuda mutua. Estos son los principios, los medios y los fines de L’Arcàdia.

— Vale, ya estamos metidas en harina hasta el cuello y aún quedan preguntas sin tanto peso: ¿Qué situación legal tendrá el centro?

L’Arcàdia estará legalizada puesto que de otra manera no llegaría a muchas personas de a pie, y ese es el objetivo.

— En una escuela se forman —o se deforman— personas. ¿Qué objetivos fundamentales tenéis para las personas que disfruten de crecer en L’Arcàdia? ¿Se trata de una formación dirigida a enfrentarse al mundo actual?

L’Arcàdia no es una pre-vida que prepara para una vida en el más allá, ¡L’Arcàdia es ya, es una vida vivida! Evidentemente cualquier persona necesita enfrentarse al mundo, y, guste de ello, o no, lo tendrá que hacer, la cuestión en juego es el “como” lo hará.

Hoy, psicólogos/as tienen en boga el concepto de resiliencia. Como la capacidad “de tirar p’alante” ante la adversidad —por decirlo en formato coloquial—. Pues bien: para que una persona disponga de esta capacidad es preciso que su experiencia vital temprana le ofrezca la posibilidad de luchar y superarse. Esto afianza una autoimagen ajustada de sí mismo/a y una autoestima positiva y elevada.

Lo que suele ocurrir en las escuelas, que supuestamente educan para “el mañana”, es lo contrario; lo que desarrollan es otro concepto psicológico que se conoce como indefensión aprendida. Es decir, cuando la persona tiene una experiencia vital frustrantemente autoritaria, en el sentido que no es resoluble, decrece su autoestima, establece mecanismos de defensa por imposibilidad y, dicho de manera que se entienda, aprende la sumisión. Si el objetivo de educar “para el mañana” pasa por encuadrar mentes atomizadas y sumisas para lanzarlas al mercado laboral para la producción de plusvalía para el capital, entonces, radicalmente, esa no es la misión de L’Arcàdia.

Si de lo que hablamos es de no crear una educación placentera —o autocomplaciente— sino una educación permanentemente conflictiva, crítica, creativa y resiliente, ahí sí se reconoce L’Arcàdia. En definitiva se reconoce en una educación para afrontar esta sociedad insufrible de manera consciente, creativa y transformadora.

— Por favor, dibujadnos cómo sería un día de cole en L’Arcàdia.

Lo dibujaríamos cómo si viviésemos en una comunidad de adult@s y criaturas que convivimos bajo los valores de libertad, igualdad, responsabilidad, solidaridad, respeto, ayuda mutua.  Y dónde la asamblea es el máximo órgano de toma de decisiones sobre la comunidad.

Si pensamos en un día cualquiera de L’Arcàdia, deberíamos pensar en una llegada a la escuela muy acogedora con un beso al llegar y con unas ganas inmensas de empezar la aventura del día. Trabajando de manera colectiva para el colectivo, trabajando en el huerto, arreglando desperfectos de la escuela (libros, mobiliario, poniendo la lavadora, o cosiendo las tiras de los mandiles…), trabajando tod@s para el bienestar del colectivo.

Desayunando después, bajo un árbol, en el comedor o en una tumbona… cualquier sitio es bueno para cuidarse, cuidar o charlar. Con el estómago lleno, el cuerpo caliente, y en un clima de aceptación único, podemos empezar a trabajar a nivel intelectual de manera individual en los laboratorios de investigación de la escuela. Ahí podemos buscar información de lo que nos hayamos comprometido a aprender; botánica, física, matemáticas, música, astronomía, papiroflexia, juegos cooperativos… y poco a poco ir realizando documentación organizada y documentada, para que cuando llegue el fin de la investigación (que puede ser de un mes, una semana, o el tiempo que el niño o la niña considere necesario), poderlo compartir con el resto de l@s compañer@s, en una asamblea de exposición. De este modo, se comparte lo aprendido, y puede motivar a compañer@s a seguir investigando por su parte.

Cumpliendo con el compromiso de la asamblea general de principio de trimestre, dónde acordamos los horarios, toca disfrutar de la gestión del tiempo de ocio. Tenemos un rato para hacer lo que queramos con el resto del colectivo, o sol@. Gestionar el tiempo, saber que te apetece hacer, disfrutar del sol, de las compañías. Momentos importantes en la vida, presente y futura.

Un grupo de personas, siempre rotativas, y de distintas edades y responsabilidades, empieza a preparar el momento de la comida, todo a punto para disfrutar del momento de socialización por excelencia, y un momento muy importante para la observación de cómo están l@s niñ@s.

En este espacio de tiempo, se dan muchos momentos educativos, (“¿Quieres más?” “¿Cuánto hay que…?”), conceptos matemáticos pero también de autoconocimiento y de regulación de la comida. En ningún momento se le servirá un plato, sino que el niño y la niña creará su plato, en colores, en sabores, en cantidades…

Y qué mejor después de comer que unos juegos, unos paseos, unas charlas, unas lecturas o unos escritos… mientras otro grupo rotativo e intergeneracional recoge la cocina y el comedor.

Por la tarde, podría ser el momento de hacer talleres temáticos que desde la asamblea general de organización del trimestre se hayan decidido hacer: estos los puede realizar cualquier persona que tenga los conocimientos y que respete las dinámicas de L’Arcàdia.

Estos talleres son de características más de grupo, no tan individuales. Y pueden ser cualquier tipo, siempre y cuándo partan del compromiso de la asamblea general, del grupo que va a recibir el taller y de la persona/s que lo vayan a desarrollar.

Al final de la tarde, dedicaremos un ratito a la merienda, y a recoger y limpiar los espacios que hemos utilizado. Como no tenemos a nadie que nos sirva, mejor dejarlo todo cómo nos guste encontrarlo mañana.

Llegó el momento de irse, y relacionarnos con otras personas… ¿Qué aventura pasará hoy?

En L’Arcàdia cualquier momento es perfecto para el conflicto—error, ya nos hace crecer, nos hace avanzar y aprender. Para ello las asambleas de resolución de conflictos o espontáneas se darán en cualquier lugar y en cualquier momento.

Este día de L’Arcàdia que os hemos contado, es sólo un ejemplo de lo que podría ser, ya que recordad que la Asamblea General será la que decidirá el horario y las tareas que realizar para conseguir la triple autogestión. Cada una según sus posibilidades. También comentar que este relato es más cercano a la dinámica de los niños y niñas de 6 a 16 años. Las criaturas de menos edad, funcionarían a nivel organizativo de manera distinta, iniciándose en e dialogo razonado a través de la resolución de conflictos, a la vivencia de los valores, a desarrollar la capacidad de elección, desde qué ropa ponerse, cuánto pan quieren o que actividad quieren realizar, con mucho tiempo para el desarrollo motriz y ético—moral, durante toda la jornada. (Iniciación a la asamblea, autonomía en la salud…)

Por último decir que es “a través de las vivencias y  experiencias cotidianas que podemos trasmitir los valores expresados anteriormente. Y que en las edades más pequeñas y en un ambiente de libertad responsables és la Igualdad.

Para ello hay que crear el concepto y la vivencia de que todas las personas hemos nacido iguales y todas las personas tenemos rasgos diferentes los cuales enriquecen la vida y las relaciones.

Teniendo en cuenta que cada persona hay que considerarla única, según su capacidad, según sus posibilidades y según sus necesidades; lo cual genera unas relaciones interpersonales e intergrupales que asentándose en la igualdad se la trata, se le pide y se le aporta conforme a su peculiaridad. Ya que la igualdad no supone que todas las personas han de recibir lo mismo, porque cada persona es diferente” (Josefa Martín Luengo. La enseñanza autogestionaria.Ed. Paideia. Mérida. 1999) y eso nos aporta una riqueza inmensa.

Si tratamos de vivir en este clima, los siguientes principios ya vienen enlazados; solidaridad, apoyo mutuo…

— ¿Hasta qué límite llega la autonomía de quienes se formen en L’Arcadia? ¿Os habéis planteado cuándo intervenir? ¿Y cómo hacerlo?

Potenciar la autonomía de las personas de L’Arcàdia, no tiene límite, los limites que existen en la escuela son lo peligros y las agresiones. Estos limites se gestionarán paralizando estas situaciones al instante y mediante una asamblea espontánea o de resolución de conflictos al momento, entre compañer@s. A través del diálogo razonado y bajo los valores de L’Arcàdia.

— ¿Cómo organizaréis el espacio en la escuela?

La estructura escolar es muy importante. El mobiliario debe ser móvil y poco estructurado. La distribución del espacio es necesario que facilite la comunicación entre las personas y a la vez debe permitir que se pueda trabajar en los espacios de manera cómoda. Por todo esto hemos diseñado la escuela toda en planta baja, y que los laboratorios den directamente al exterior, así cumplimos dos necesidades, una la cantidad de luz natural en los espacios de trabajo y facilitar la movilidad de los niños y las niñas, así como la libertad de poder salir al exterior a leer, pintar… sin perder nunca el contacto visual entre lo que está pasando dentro y fuera de la escuela.

Al mismo tiempo los espacios de investigación se comunicarán entre sí y en caso de necesitar espacios más amplios, hemos pensado que alguna aulas tengan las paredes móviles.

El espacio comedor y cocina nos los planteamos en el centro de la escuela de educación infantil y del resto para facilitar el trabajo y la comunicación con toda la comunidad. El comedor también tendrá varias salidas al exterior.

En resumen necesitamos espacios con luz natural y  flexibles que se adapten a las necesidades de cada momento y a cada generación.

— ¿Y la Secundaria?

La secundaria, esta prevista para el 2028 y no nos planteamos construirla hasta unos años antes. Aunque sólo lo disfruten las primeras generaciones, tenemos el proyecto que sean l@s propias alumnas las que diseñen el espacio, y participen en la medida de sus posibilidades en la construcción.

De este modo pensamos que construiremos un espacio que realmente responsa a las necesidades de las edades que vayan a trabajar terminar su última etapa en L’Arcàdia.

— Todo esto surge en Can Batlló, algo que merece, por lo menos, un artículo entero, y nos encargaremos de que lo tenga. Hasta entonces, ¿podéis definirnos a grandes rasgos qué es y cómo se relacionará la escuela con el resto de Can Batlló?

Lo que es Can Batlló lo podéis ver en su página web, pero en relación a L’Arcàdia es importante que hablamos de un colectivo de personas adultas que practican la autogestión: tener referentes así es de una importancia de magnitud. Por otro lado, todos los espacios de Can Batlló son espacios de aprendizaje, desde la carpintería, dónde podemos aprender a reparar o crear mobiliario, juguetes, maquetas…y a la vez juegan el espacio de motivación, si quieres reparar la silla rota de la escuela y quieres que sea funcional igual debes aprender la necesidad de las medidas entre otras.

Este es un ejemplo, pero hay que tener en cuenta que hay espacios de auto reparación de bicicletas, coches, motos, talleres dónde trabajar el metal, la luz, el agua, una imprenta artesanal, un archivo de los movimientos sociales, talleres de arte, de cine, de audiovisuales, rocódromo…

Tenemos un gran entorno  de dónde extraer motivación y saberes, a través de la practica y del trabajo manual y intelectual, además de las relaciones intergeneracionales que se puedan dar.

Encontrarse un proyecto de esta envergadura tan trabajado es reconfortantemente abrumador. Parece que ya está todo. ¿Qué falta para que esto exista?

Falta conseguir la inversión inicial, que responde al 20% de la inversión final. Este 20% es el necesario para, que lo que no consigamos a través de donaciones entre otras, lo podamos conseguirá través de las finanzas éticas.

— Claro… pero ¿cuánto es esa inversión final?.

(Risas) Son necesarios dos millones de euros, entre rehabilitar las naves y comprar el mobiliario y el material necesario.

— ¿Por qué tanto?

Porque la ley estatal acerca de la apertura de escuelas parece que se hizo con toda la intención de que las clases populares no puedan crear escuelas. De algún modo pensamos que se aseguran que sólo Estado, Iglesia y Capital puedan construir escuelas.

Piensa que la escuela que plantea L’Arcàdia es la más pequeña que permite la ley, y estamos hablando de 2000m2 construibles y de 1000m2 de exterior. No está permitido hacer escuelas más pequeñas, en L’Arcàdia la capacidad máxima será de 196 (lo que permite la ley); para nosotr@s lo ideal serian una 80 personas entre infantil y secundaria. Así que ya sabes el porqué, ¡no es que queramos poner baños de oro! (Risas)

¿También sois arquitectas?

¡Sólo nos faltaba eso! (risas). No, no lo somos. Pero en Can Batlló contamos con una cooperativa de arquitect@s (LaCol) con la que, desde el 2009, trabajamos juntas para que L’Arcàdia sea una realidad. Hemos trabajado en el proyecto técnico y educativo a la vez, para que todo tenga sentido y sea coherente. Por suerte hay mucha gente trabajando con L’Arcàdia y no tenemos que saber de todo. Sólo cooperar y sumar saberes.

— Cada respuesta vuestra abre una entrevista más, es increíble. ¿Qué podemos hacer desde aquí para apoyaos?

Poner en marcha la maquina de billetes o en su defecto poner el marcha la creatividad para conseguir el dinero. De momento nosotras tenemos una via de donaciones individuales y colectivas en las que cada mes se retira de la cuenta que nos pongáis la cantidad deseada, y vamos realizando un ahorro colectivo. Esta línea la llevamos practicando desde el 2009, y nuestros ahorros están en el coop57 (), es muy interesante su historia, y ya están en todo el territorio. Mientras no utilizamos el dinero sabemos que se esta usando para impulsar otros proyectos la mayoría a nivel social y siempre dentro del cooperativismo.

Vale, vamos a terminar la entrevista. ¿Nos contáis alguna pregunta de esta gira que os llamara la atención y cual fue vuestra respuesta?.

Sí que hubo una pregunta en Izar Beltz que nos sorprendió gratamente; nos preguntaron que cómo hacemos, después de tantos años (desde 2009) y sin tener el proyecto marcha, para seguir juntas y motivadas. Nunca nos habían preguntado por nosotras.

Nuestra respuesta fue que trabajando mucho las relaciones personales, buscando espacios de trabajo y de placer. Y a nivel de motivación poniéndonos objetivos cercanos posibles de conseguir para ir acercándonos cada vez más al objetivo casi final que es abrir L’Arcàdia.

Gracias por todos estos años de trabajo para conseguir llegar hasta aquí. Lo realmente complicado ya está hecho, seguid así, por las que lo hicieron antes que nosotras, por las que aún no han nacido y por las que ya estamos en este mundo.

A vosotr@s por darnos la oportunidad de compartir el proyecto de tod@s.

L’Arcàdia.

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