“El trabajo en nuestra sociedad de individuación grita por sí mismo: “¡trabaja para vivir!;
mientras que el trabajo libre y agradable nos dice “¡trabaja para sonreír!”
Estas líneas son descriptivas y pedagógicas al mismo tiempo. Comenzamos con una frase-objetivo muy común de la sociedad moderna: “ganarse una vida”. ¿Qué significa esto?, ¿desde cuando la vida es un fin y no un medio de desenvolvimiento? La juventud que asiste a la escuela, busca las mejores calificaciones para graduarse y así poder trabajar (ejercer un oficio social a través del conocimiento adquirido, debería decirse) y quienes no tienen esta oportunidad, comienzan a trabajar para “ganarse el pan”, igualmente que la clase trabajadora en todo el mundo. Es una línea rutinaria UNIVERSAL.
Ya trabajando (en una oficina, en una fábrica o hasta manejando una combi) el trabajador recibe un salario. ¿Qué representa el salario?, ni más ni menos que el dinero necesario para adquirir los medios indispensables de vida, es decir, los medios de existencia, que van desde el boleto de metro hasta las tortillas pa’ las quesadillas de la cena. Así, el trabajador se vende no por voluntad, sino, para obtener un salario con el cual sobrevive. La irregularidad no puede escapar; aproximadamente 6.7 millones de los mexicanos reciben un salario mínimo por día, que hoy se valúa en 73.04 pesos. Esto equivale al 13.11% de la población nacional.
Si de por sí las cifras son de risa (con 73 pesos, a duras penas, se puede tener una de las tres comidas de forma íntegra y decente junto con el costo del pasaje de ‘ida y vuelta’), ¿qué pasaría cuando alguien se queda sin trabajo, por tanto, sin salario?
El 8 de Enero, 59 trabajadoras de limpieza de diversos planteles del IEMS (Instituto de Educación Media Superior, o mejor conocidos como las “peje-prepas”) se presentaron después de las vacaciones únicamente a recibir la noticia de que estaban DESPEDIDAS. Fueron avisadas por las autoridades que el contrato con la empresa “Mantenimiento Roc S.A. de C.V.” había terminado y fue reemplazado mediante outsorcing [1] por la empresa “JOAD Limpieza y Servicios”.
Se establecieron plantones afuera de los planteles e incluso algunos fueron tomados entre estudiantes, maestros y las afectadas. El 90% de la planta laboral no fue despedida, lo que hace pensar que el 10% restante corresponde al sector organizado de las trabajadoras. En entrevista con el medio libre “Ruptura Colectiva (RC)”, ellas denuncian agresiones y acoso sexual desde hace 14 a 15 años, tiempo en el que han laborado en el IEMS[2]. La mayoría de ellas son mujeres solteras, además de pilar único de una familia.
A la par del despido masivo de un centenar de obreros en las fábricas de Lexmark y Eaton Bussman en Chihuahua o de las huelgas de los trabajadores de Dina Motors y Cementos Fortaleza en Hidalgo, se abre la pregunta: ¿qué papel juega el trabajador en el movimiento histórico por la dignidad, el trabajo y el aumento salarial?, ¿cómo hay que reaccionar ante un despido injustificado?, ¿qué alternativas para sostenerse económicamente podríamos ejercer?
Volvemos a nuestras primeras definiciones. Desde la óptica del capital, el trabajador es una pizca de nada a comparación de a quien vende su fuerza de trabajo: el propietario, patrón, capitalista, a quien obliga a vender su fuerza de trabajo. El trabajador se convierte en una máquina. Su dueño puede reemplazarla por otra cuando se desgasta o cuando alguna otra máquina es más barata. Esto pasó con las trabajadoras del IEMS o de la maquiladora Cartagena.
Históricamente, el salario no aumenta mas que en un momento político oportuno o con un movimiento potente que ejerza su DERECHO A LA DIGNIDAD. ¿Por qué el patrón no lo aumenta?, porque el salario se encuentra en el último espacio del modo de producción contemporáneo:
1) Existencia de un dueño o una clase propietaria que posee materias primas, herramientas y espacios de trabajo –>2) se compra la fuerza de trabajo, que se expresa en el salario –> 4) se producen productos o servicios –> 5) se obtienen ventas: ganancia à 6) se pagan un salario a los trabajadores, y así se repite este proceso hasta el infinito.
¿Qué propongo?: el trabajo libre y voluntario. En el hogar ideal, las personas deberían tener distintas responsabilidades (barrer, lavar platos, contratar el cable, acomodar los viejos libros, etc) así como en la prestación de servicios, se podría romper con la rutina (como en el comercial de ‘la Pepsi’) si se ejercieran diversas actividades en lugar de sólo una. La división del trabajo genera monotonía y hace que el individuo pierda su esencia espiritual.
Pero para esto hace falta crear una sociedad que valore los actos humanos (todo trabajo es una actividad humana) de acuerdo a su necesidad y no a su precio.
¿Qué sería de nuestra vida sin quien limpiara diariamente las calles?
(Extraído del Periódico Combate, No.1, 2016)
[1] Del inglés, “subcontratación” por una empresa privada, que como el término refiere, hace de los trabajadores y los servicios una tarea de segunda mano. Se reducen sustancialmente las prestaciones, los derechos laborales y el nivel salarial.
[2] Véase en Youtube como “Las Trabajadoras del IEMS: Una Lucha por la Dignidad”.
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