“Aquí nunca habíamos escuchado la palabra ‘asesinato’, es por eso que ahora nos ven con armas porque nuestra gente se siente insegura”, narra el comandante a manera de apertura para dar a conocer públicamente a la Policía Comunitaria de Atzcala (en el llamado “Cinturón de “Oro” de Guerrero), ya que en la sierra no se acostumbra a convocar a conferencias de prensa ni es común que las cámaras acudan a estos recónditos lugares.
Aunque anteriormente existía un grupo homónimo en la comunidad, fue hasta unos días después al sábado 18 de noviembre que una nueva multitud decidió agruparse por la vía armada debido a que el primer grupo “resguardaba los intereses de la minera y no tomó una posición por la legitimidad del movimiento obrero de los trabajadores de Media Luna ni con el plantón de sus mismos vecinos que dependen directa o por ingresos familiares de la empresa”.
¿Quién y cómo figurará se figurará la seguridad de ahora en adelante?
Con un retén -bastante humilde, que consta de un tablón con clavos-, los nuevos comunitarios hacen guardias día y noche para supervisar quién entra, quien sale y quien ‘merodea’ el sitio del plantón. Esto es demasiado efectivo. Nadie puede cederle su tranquilidad a nadie, mucho menos cuando las instituciones encargadas resultan ser antagónicas y obstaculizantes a un conflicto de tal magnitud.
Algo que los compañeros han pedido enfatizar, es el ‘desespectacularizar’ lo ocurrido, en referencia a que su “problemática se ha dado a conocer tras el asesinato de Víctor y Marcelino que apoyaban el movimiento trayendo combustible para los transportes que se usamos para movernos, pero esto tiene alcances más grandes, es una lucha laboral de cientos de trabajadores de acá y los pueblos de a lado (…) Aquí vamos a seguir. Esto va pa’ delante”.
La Policía Comunitaria se conforma por jóvenes, adultos y personas de edad avanzada, diferenciándose de ser un oficio estatista-homicida, a ser un servicio voluntaria y de participación multidiversa.
Hablando táctica y geográficamente, este proyecto extiende la presencia armada en la centralidad guerrerense, añadiéndose en la lista junto con las policías comunitarias de Nuevo Balsas, Carrizalillo, Mezcala, Plan de Liebres, entre otras localidades.
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