III
Omnia sunt communia… non scelestos!
Por la tarde del martes 25 de julio se registró un tiroteo entre personas desconocidas y la policía federal en uno de los caminos que lleva a Chichihualco. Sólo unas horas después, el pueblo comenzó a ser sitiado por patrullas…
“Pues aquí hay muchos intereses y bandos, pero creo que es bien sabido que cuando hay balaceras o secuestros, el gobierno empieza a buscar conejos de indias y se pasa de la raya con nuestra gente (…) Interrogatorios, patrulleos en la noche a cada ratito (…) A veces buscan inculpar y le toca a personas humildes que incluso desearían que los criminales se fueran a otro lado”, nos platica uno de los pobladores en entrevista para Ruptura Colectiva (RC).
¿Se organizaron los pobladores o ya era un plan con maña? Es la cuestión sobre lo ocurrido unos días después. El domingo 30 de julio, una gran parte del pueblo realizó dos bloqueos masivos que lograron retener a unos 100-150 integrantes de la policía, uno enfrente del mercado municipal (justo el sitio de la balacera del martes) pero fue dispersado a los pocos minutos por un helicóptero que sobrevolaba a unos cuantos metros del suelo y que arrojó desde este dos granadas de gas lacrimógeno; el otro fue en el crucero de la salida de pueblo. “Sentíamos que podíamos mandar, pero aún así toda la gente tenía un buen de miedo que nos dispararan o golpearan, aunque sí hubo empujones y agresiones (…) Ellos decían: ‘quítense pinches culeros, son órdenes del gobernador que estemos aquí’”, nos cuenta un poblador de edad avanzada que estuvo en el primer bloqueo y tuvo que correr del gas lacrimógeno.
De la historia oral recuperada, los principales motivos para expulsar a la policía son: cateos ilícitos en domicilios particulares y negocios, interrogatorios a mujeres y menores de edad, revisiones arbitrarias a vehículos y robo de celulares.
Un testigo nos cuenta que el sábado a medio día, unos federales ‘levantaron’ a un estudiante menor de edad en la colonia El Calvario: “(…) y que lo meten a la fuerza a una patrulla y ya en la sierra, le dieron golpes para que les dijera dónde estaban los sicarios, pero pues el joven no tiene nada que ver con eso. Cuando regresó unas horas después toda su familia estaba atemorizada de que les hicieron algo”.
Al día siguiente, 1° de julio –y cuando el azul de la noche tocó el cielo- aproximadamente dos centenares de habitantes de las comunidades y la cabecera municipal que conforman Chichihualco, por sus calles para “exigir al gobierno y todos sus aliados que saque a la policía federal y de otros niveles porque se han metido a las casas a robar y hacen otros abusos y amenazas a la gente del pueblo (…) Desde que se recrudeció esto en noviembre de 2015, el gobernador Héctor Astudillo nos ha mentido, porque después de marchas y marchas para exigir la seguridad que los pueblos se merecen, él ha dicho que hará las cosas pertinentes pero nunca llegó la ayuda”.
La movilización culminó en la casa del alcalde, Alfredo Alarcón Rodríguez, quien se comprometió a ‘llamarle la atención’ a los federales.
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Hay dos ejes que tenemos que analizar sesudamente sobre lo que ocurre aquí: 1) existe una gran fuerza de movilización y la retonificación del tejido poblacional, al poder organizar filtros y bloqueos para impedir la entrada de la policía federal, y 2) los micro-intereses locales dirigidos desde los macro-intereses económicos de la criminalidad y su orbe para crear un ‘blindaje comunitario’ que se confronte constantemente con su hermano no-deseado: el Estado. Diría Homero Simpson para comlementar el análisis: “es mejor ver las cosas que hacerlas”.
Para nutrir esta segunda idea, este fragmento de una publicación para el medio Debate, nos ilustra: “Alrededor de 200 vecinos de Chichihualco, cabecera municipal de Leonardo Bravo acordaron iniciar la conformación de un grupo de autodefensa, aclarando según testimonio que no es en contra de la delincuencia, sino todo lo contrario, en contra de los policías federales, a quienes acusan de delincuentes” [1].
El golpe final de la información, se dio el miércoles en la que integrantes de la UPOEG (Unión de Pueblos y Organizadoes del Estado de Guerrero) visitaron a la gente del municipio para “comenzar asesorías jurídicas y otras cosas importantes para que iniciemos un grupo de autodefensa”, dice el compañero.
No podemos explayar conclusiones aún, pero es claro que hay dos capitales sociales en disputa: uno popular y que puede tomar las riendas de la autonomía -al menos en cuestión de seguridad- y otro negativo, que traerá como consecuencia un ejército de leva formado por pobladores y campesinos, al servivio de los escuadrones de la droga y el dinero fácil.
[1] Grupos de autodefensa VS Policía Federal en Chichihualco”, Debate, 3 de agosto de 2017. (https://www.debate.com.mx/mexico/Grupo-de-autodefensa-vs-Policia-Federal-en-Chichihualco–20170803-0085.html)
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