Si hay algo que indigna y duele más que los propios hechos que tiñen de rojo a nuestras colonias y barrios, es la indiferencia de quienes viven a unas cuadras o comparten la misma territorialidad ante estos sucesos, en este caso, vivir en la Gustavo A. Madero y hacer caso omiso del estado de guerra criminal cotidiana que se vive en los extremos de la alcaldía que hoy fungen como bunkers de narcotraficantes que han nacido en el seno del mismo barrio -y a los que ninguna dependencia del gobierno se acerca por temor o complicidad-.
Este jueves no se olvidará para la memoria de los maderenses, porque tanto en las noticias como de boca en boca se habló masivamente desde medio día de que “se puso súper feo en Cuautepec, aguántense si van para allá”, debido a que se suscitaron 5 fuertes agresiones armadas en esta colonia -casi una después de otra-, dejando primero un saldo de 7 personas asesinadas en un lapso de tan sólo 4 horas, y por la mañana de hoy viernes, sumando otras 2 víctimas de homicidio por arma de fuego.
El asunto no va en contar muertos ni sumar fotografías de personas asesinadas al historial de la ‘nota roja’, sino en poner estos hechos en la mesa de la discusión política tanto a nivel gobierno como desde nuestros tejidos vecinales. ¿Es correcto que vivamos en una colonia rodeada por cadáveres, casquillos y cintas policiales con la insignia ‘NO ACERCARSE’?
Al hablar de ‘puntos rojos’ en la CDMX, regularmente se posicionan en el top las colonias donde ‘se destila barrio’ como Tepito, la Morelos, la Buenos Aires o creando imaginarios a nivel alcaldía como sucede con Iztapalapa, lo que no quiere decir que allí la incidencia delictiva sea ‘imaginaria’, sino que la violencia de este tipo se ha estandarizado para la ciudadanía en dichos puntos, sin abrir los ojos para percatarnos que esa estandarización es ahora una mancha expansiva que está arrasando con las periferias de la CDMX en muchos más puntos, y que pronto, nuestra vecindad podría volverse inhabitable sino exigimos entre nuestras mismas comunidades y a las alcaldías programas y proyectos colectivos para la prevención del delito, como la formación de cooperativas y oficios que incentiven la economía local, para así asegurar un ‘plus’ real y material que mejoren las condiciones de precariedad y disfuncionalidad de las personas/familias que optan por la delincuencia organizada y el narcomenudeo como su única salida.
En el caso de mi alcaldía, esa inhabitabilidad ya ha mostrado a lo largo de este año sus primeros brotes en colonias como El Arbolillo, San Juan y Guadalupe Ticomán, Acueducto Guadalupe y San Felipe de Jesús, que se han robado los titulares de la prensa local por hechos como -respectivamente- el triple asesinato de estudiantes de la UACM; los toques de queda a partir de las 7 pm. por la imposibilidad de salir a las calles gracias a los asaltos y extorsiones en sus calles; el incremento de feminicidios y la formación de lugares comunes para arrojar los cuerpos; así como la irrupción a pleno día de integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación para extorsionar a comerciantes*.
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Lo acontecido en Cuautepec tiene nombre y apellido: CAPITALISMO Y ABANDONO DEL ESTADO. Durante las elecciones locales del 2018, todos los partidos políticos colocaron al frente de la agenda el “sacar de la pobreza a Cuautepec”**, claro, no con la intención de hacerlo, sino de fingir interés en el tema para llenarse los bolsillo de votos y voluntades. Esa pobreza no se refleja como tal en la escasez extrema de los medios materiales y servicios básicos para la supervivencia de los vecinos de la colonia -como sí ocurre en múltiples regiones de Guerrero, Oaxaca y Chiapas–, sino en la relación de explotación laboral y violencia geográfica que son parte del pan de cada día de su gente, que bajo la idea de “dejarle algo mejor a mi familia y cercanos”, muchos prefieren optar por la delincuencia organizada para enriquecerse a cualquier costo. Por eso no hay duda en llamar al actual clima de violencia en la Gustavo A. Madero por su nombre: CAPITALISMO.
Los asesinatos acaecidos ayer refuerzan esta afirmación. Reflexionemos: hay un común denominador en estas “balaceras” (lo entrecomillo porque así las han clasificado las autoridades y el sistema policial): en las 3 se usaron armas de grueso calibre y se disparó a las víctimas sin mediar palabra alguna.
Está claro que no fueron asaltos o crímenes fugaces. Esto ya tiene que ver con una expansión descontrolada del crimen organizado y las extorsiones directas o por capricho que sus células hacen en nuestras colonias, ya que si en algo tienen razón las autoridades delegacionales, es que hay una co-producción del crimen -por ser vecinos y frontera- con Coacalco, Ecatepec y Tlalnepantla, y que a su vez, estén geográficamente aislados por ubicarse en los cerros de la delegación.
* Comparto las fuentes respectivas de cada caso en estas colonias:
1) “Estudiantes de la UACM, los acribillados en la Unidad El Arbolillo en GAM”, La Prensa, 4 de abril de 2018 ()
2) “Vecinos de San Juan Ticomán en GAM, se imponen toque de queda”, El Gráfico, 16 de marzo de 2018
3) “Gustavo A. Madero, en top 20 de municipios con más feminicidios del país”, La Razón, 3 de septiembre de 2018 ()
** “Sacar de la pobreza a #Cuautepec, coinciden aspirantes a diputados locales #GAM”, Noticias GAM-CDMX, junio de 2018. En línea en:
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