Los influencers de la generación Millennial no dejan de dar de qué hablar, para bien o para mal. Recientemente, Mars Aguirre, o la Mars, destacó hace un tiempo por un video donde anunciaba la «decisión consciente» de dejar la preparatoria, puesto que, según ella argumentó, se opone al «pinche sistema pendejo retrógrada», en el cual se asienta la educación. Por supuesto, la opinión se polarizó entre los que concordaban con su mensaje y los opositores de posturas más bien conservadoras. De mi parte, si bien mostré escepticismo al mensaje, no le tomé mayor importancia. Pero recientemente volvió a relucir con un video. ¿Haciendo qué? El reto del condón. Me veo en la necesidad de realizar una oportuna crítica a este “ilustre” personaje, además de dejar claros algunos puntos a propósito.
Y vosotros me decís «pero Héctor, es sólo una morra sin pena ni gloria, ¿para qué inflarla?». El problema es que, lo queramos o no, la Mars ya tiene fama, su mensaje ya caló en las maleables conciencias masificadas de muchos jóvenes, y por eso es urgente una crítica real a ello.
Empecemos por el video que comenzó todo. En él, ofrece varias justificaciones ante su decisión de dejar la escuela a sus 16 años. La explicación redunda en la idea de que la escuela oprime, el maestro ocupa una posición autoritaria y sólo es una pérdida de tiempo. No ofreció ningún llamado al cambio, ni nada por el estilo. Si bien efectivamente la escuela representa un aparato ideológico del Estado, según Althusser, y un instrumento de control del poder, según Foucault, la crítica de la Mars es simplemente errónea. Para empezar, ella cree que el estudiante es una víctima de un sistema masivo de tortura, cuando en realidad el estudiante forma parte de una élite, destinada a tomar las riendas del sistema, por lo que observamos que sólo habla por ella, no por lo demás que estudiamos, ni mucho menos por aquellos millones que no tienen acceso a la cultura. Ahora, la Mars sólo se queda en la crítica, y en lugar de proponer algo para cambiar el paradigma educativo, opta por el autoexilio social. En las Disertaciones apologéticas, así como en Los caminos del arte y la revolución, apuntaba que el estudiante está llamado a asumir un papel antiparadigmático, abandonar su elitismo y romper los marcos institucionales de la educación y la cultura para devenirlos plataformas que nutran la lucha proletaria. Pues no podemos esperar siquiera que a la Mars le haya pasado por la cabeza eso, y simplemente optó por llamar a todos a salir de ese infierno donde «el profesor se cree la gran verga», es decir, asume y promueve una visión pasiva y fatalista, en la cual el individuo no movería un dedo para intentar cambiar el orden establecido; con el paso del tiempo, ese pensamiento podría llegar a permear otros aspectos sociales, cebando las posibilidades de una organización revolucionaria. Pero algo está claro: el hombre no puede escapar del hambre, y la Mars y todos aquellos quienes le hicieron caso no pueden escapar del trabajo asalariado.
¿Pero qué ocurre? Que unos meses después esta individualidad, quien osó atacar al pinche sistema retrógrada, subió un video realizando un reto promovido en los medios masivos de ese mismo pinche sistema. Al introducirse aquel condón en la nariz, mademoiselle Aguirre demostró que aquella crítica no fue más que una vil y miserable excusa para dejar la escuela y volcarse a lo que realmente quería: ser youtuber. Y al fin ella se mostró como lo que en realidad es: una reaccionaria, una persona que actuó no por intereses presentes (abolir el actual paradigma educativo para dar paso a un proyecto popular), sino por intereses futuros (que la escuela no consumiera el tiempo que podría aprovechar para nutrir el contenido ocioso de los medios masivos). Esta actitud no es exclusiva, sino que los jóvenes de la globalización hoy son reaccionarios: apelan a los más avanzados y liberales ideales para justificar y defender sus necesidades enajenadas, necesidades que el sistema ha promovido a través de los aparatos de la ideología, y cuando esas mismas se ven amenazadas, no dudan en invocar otros ideales, los más conservadores y hasta retrógradas, como se puede apreciar en las publicaciones y memes de aquellos jóvenes donde apoyan el orden policial, el rechazo a la diversidad sexual, el racismo encubierto de humor o la difamación de la lucha feminista. La Mars destaca como ejemplo por haberse vuelto fenómeno viral solamente.
Para concluir, ¿a qué responde el fenómeno Mars Aguirre? Ya vimos que su mensaje y su actitud es el reflejo de la ideología juvenil, ideología que, en última instancia, garantiza el orden en la sociedad del capital. Una ideología que critica cuando le conviene, y que, en lugar de luchar, convierte a sus adeptos en ninis, en lumpen proletariado, en esa carne de cañón que el capitalismo no dudará en usar cuando lo requiera. Así que, por lo demás, la Mars es una heroína, una leal servidora del pinche sistema retrógrada. No hay más.
Junio del 2017
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