Libertad + Amor: Amor Libre

Por M.A.

En la actualidad, el amor es visto como un término ajeno a la libertad. Como si éste pudiera funcionar con reglas o métodos. Bajo las premisas básicas: respeto y lealtad, dentro de las relaciones humanas, la sociedad –desde las primeras civilizaciones- se ha empeñado en imponer criterios falaces sobre cómo los individuos deben relacionarse unos con otros. Atentando contra el amor y su libertad de ser. Desde lo primitivo hasta lo complejo, surgieron modos de asociación con los que se empezó a degradar la libertad de los seres humanos y su capacidad de decidir por sí mismos. Es así que nace la moral y junto con ella, la política.

En la primera, los individuos empiezan a creer sin fundamento (doxa), pierden la noción epistémica y crítica, pierden la consciencia de ser y se preocupan más por parecer, se vuelven comunes y superficiales, se creen animales superiores, exageran lo superfluo, crean conceptos que no obedecen sino por puro interés: “bueno”, “malo”, “correcto” e “incorrecto”. Se vuelven cínicos con el mundo.

En la segunda, se concreta la noción de autoridadpropiedad (pública y privada) y posesión (cada quien sus cosas), a lo cual se necesitaba proteger a la fuerza los bienes de cada quien, por lo que se crea el Estado y las leyes, los más fuertes empiezan a mandar y los débiles a obedecer (clases sociales), se concreta la noción de poder.
Con el paso del tiempo el humano se olvidó de la libertad, de su existencia.

¿Qué debemos hacer? ¿Qué nos está permitido hacer? ¿Cómo lo debemos hacer?

 Y para joder más aún las relaciones humanas sepultando la libertad, también se institucionalizó y se privatizó la única voluntad -por gusto- con la que un individuo se mantiene cerca de otro, sin esperar nada a cambio: el amor.

Los líderes morales y políticos se dieron cuenta de que el amor era un peligro para sus modos tradicionales de hacer las cosas, pues cuando alguien ama no le importa romper las reglas, se rebela y se anarquiza con tal de seguir amando. Es entonces que para seguir manteniendo el “control” y evitar el caos, estos egoístas imponen la idea de que los individuos también son propiedades, que se pueden poseer, que si sienten algo inmoral o indebido deben reprimirse o ser castigados, como si faltaran al respeto o fueran desleales (premisas falaces sin fundamento, sin episteme); que sólo se puede amar a un cónyuge a la vez (mono-fidelidad) que un hijo necesita obligatoriamente de un papá y de una mamá (ni más ni menos), que si eres muy viejo ya no puedes amar a alguien muy joven (al menos no para fines sexuales), que la amistad es selecta en cuanto a gustos y no valores, que la sexualidad debe hacerse a escondidas y sólo para la reproducción, que debes ser heterosexual, que los mujeriegos son buenos y las putas malas, que el machismo, que el hembrismo, que los celos, que los roles sexuales (caballerismo), etcétera.

El amor auténtico y naturalmente libre no va por ahí, pues nadie puede decidir lo que siente, los sentimientos son rebeldes, y a quienes aseguran lo contrario no hacen más que reprimirlos. Tarde o temprano el inconsciente se hartará y los demostrará.

Cada quien comprende el amor y la libertad como algo distinto, según su punto de vista y con base en sus experiencias. Y es que son abstracciones y conceptos subjetivos, por lo tanto no puede existir una ciencia del amor. Por más libros que hablen de él hay que sentirlo por sí mismo, al igual que la libertad. No se pueden entender ni sentir por separado, el amor sin libertad y la libertad sin amor. Osvaldo Baigorria escribió que, “La posesión es la antítesis de la libertad. ¿Cómo uno puede ser verdaderamente libre cuando ama? Sólo mediante una reinvención de la palabra amor.” El amor, siendo más viejo que la moral y la política, debió haberlas cambiado y no ellas a él.

El amor necesita emanciparse de la moral, de lo impuesto, de lo que reprime, debe considerarse en la revuelta epistémica; sin pensar más en que los seres se tienen unos a otros o que se pertenecen como si fueran objetos materiales, sin reglas, ni autoridad, ni prohibiciones; en donde sólo se busque la felicidad misma y ajena. Reciprocidad, Comprensión y Anarquía.

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