México. Segundo país más violento del mundo. Michoacán vuelve a ser encabezado nacional. No por algún logro o mérito de su población, sino por la morbosa y trágica nota roja. El pueblo mexicano tiene más segura la muerte que el “progreso”.
Nadie se salva.
Tan sólo un mes ha transcurrido de la masacre en la comunidad p’ur’hépecha de Arantepakua en la que 3 comuneros y un estudiante de 16 años del COBAEM de la localidad fueron asesinados por la policía federal en un operativo tanto cobarde como descomunal para “resolver” un conflicto en la tenencia de las tierras comunales.
De nuevo, el infierno alerta al país.
México. Tercer país con el mayor número de periodistas asesinados. Tan sólo después de Siria y Afganistán. Esto es una guerra maquillada.
Tan sólo tres días han pasado de los asesinatos de los periodistas Javier Valdez y Jonathan Córdova. Del primero, su cuerpo yació en una sosegada calle de Culiacán, su sombrero ensangrentado; del segundo, en un crucero en el centro de Autlán en Jalisco. Los casquillos de bala de grueso calibre a unos cuantos centímetros de los cadáveres. ¿Quiénes eran ellos? El primero, impasible y galardonado con el CPJ International Press Freedom Awards, así como escritor de diversos libros de historia oral y local sobre las masacres geográficas y desplazamientos de los cárteles en Sonora y otros estados del norte; el segundo, joven entusiasta colaborador en el semanario El Costeño junto con su madre, ella ahora internada de gravedad tras las heridas de bala en el altercado (Jonathan aa había sido secuestrado dos veces…pero no dijo nada porque a nadie le iba a importar, ¡ni que fuera jugador de fútbol o estrella de TV!)
123 periodistas asesinados en 16 años. Tal vez más. No lo sé. La humanidad es estadística pura.
Algo les incomoda. Algo les duele. Informar se ha convertido en un acto revolucionario. La tinta y la cámara no serán armas suficientes.
Esta jornada es claramente un examen desde el panóptico del narcotráfico en el que todos vemos a los demás como culpables, pero ellos controlan nuestras celdas territoriales y políticas.
Por la mañana de este jueves 18 de marzo, fueron encontrados los cuerpos sin vida de 7 trabajadores agrícolas a las afueras de una huerta de trabajo -en la que cortaban aguacate- ubicada sobre la carretera Santa Clara-Españita en el municipio de Salvador Escalante. Según testimonios y ciertas pruebas fotográficas viralizadas en redes sociales, se aprecia en la escena del crimen que los trabajadores fueron asesinados junto a una fogata en la que estarían calentando su lonche. Cerca de ellos había bolsitas con comida y bules con agua propios de este oficio. ¿Dónde está la causa de su asesinato?
Grabémonos esta tesis: “el narcotráfico es una extensión histórica del capitalismo y su Estado”.
¿Alguien con ética podría estrechar la mano de quienes dan por alto a un México ensangrentado?
Para asumir la responsabilidad humanística y vitalista de lo que diría el reciente periodista asesinado, Javier Váldez, en una de las presentaciones de su libro: “Estamos contando muertos únicamente”, es necesario asumirnos en una guerra con el Narco-Estado y quienes lo sostienen.
¿Quiénes están dispuestos?
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2 thoughts on “Una semana sangrienta para México; 7 trabajadores agrícolas y 2 periodistas asesinados por el Narco-Estado”