Lo ocurrido el día de hoy en Ciudad Universitaria no tiene que ser visto sólo como una ‘agresión’ porril, sino como la muestra viviente y expansiva del monopolio de la violencia por parte de la alianza Estado-Universidad (irónicamente que se cargan los slogans “gobernando juntos” y “la máxima casa de estudios”, respectivamente) la cual no dudó en poner en riesgo la vida de jóvenes estudiantes y menores de edad para acallar las exigencias que nacieron de la comunidad estudiantil del CCH Azcapotzalco hace unas semanas por negligencias y despotismos en su plantel [1], las cuales se presentarían esta tarde ante la rectoría.
No es para nada normal que pases la noche en un hospital por ser navajeado o que regreses a casa con múltiples heridas tras una manifestación pacífica dentro de las instalaciones de una institución educativa como lo es la UNAM. Es ante esta preocupación, que comparto un poco –y a manera de flashazo- el cómo opera el porrismo dentro y fuera de las universidades para que se contemple este problema no como la raíz del problema, sino como un tallo que emerge desde la médula del actual gobierno capitalino.
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De herramienta represiva… a herramienta represiva e identitaria
El porrismo en realidad se funda como estructura estudiantil que fue absorbida por el ejercicio negativo del poder. Durante la huelga de 1956 en el IPN, surge la FNET (Federación Nacional de Estudiantes Técnicos) como una representación sindical-estudiantil, cooptada tiempo después junto con la ODET (Organización Democrática de Estudiantes Técnicos) por el gobierno ruizcortinista y que sirvió para desquebrajar la organización estudiantil, y por ende, la huelga con la entrada del ejército al Casco de Santo Tomás en septiembre de ese año. Las imágenes que lograron captar a quienes perpetraron la masacre del “Halconazo” de 1971 dan pauta del extremo al que llegó a convertirse el porrismo gracias al entrenamiento militar y los servicios de inteligencia extranjera que el gobierno les otorgó (la comparación de fotografías de un halcón de esa fatídica masacre con una de un porro del día de hoy cargando ambos un longevo palo… es brutalísima).
En la UNAM se ha ido formando una cultura porril con sus respectivos rasgos, principalmente después de la histórica huelga del Consejo General de Huelga (CGH) de 1999-2000 y los movimientos que le sucedieron: 2001, protestas en solidaridad con los pueblos de Texcoco y Atenco contra el aeropuerto de Fox; 2006, paros estudiantiles ante la represión del movimiento magisterial y la APPO en Oaxaca y de nuevo, con la gente de San Salvador Atenco en el “Mayo Rojo”; 2010, huelga nacional ante la desaparición del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); 2012, el digital-millenial #YoSoy132 y contra la “Reforma de los 12 puntos” en los CCH’s; 2014, los paros y acciones internacionales en solidaridad con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa… sumando a todas estas coyunturas las demandas individuales por plantel ante los problemas comunes como la inseguridad dentro y en el área circundante de los planteles, el abandono e insuficiencia del inmobiliario escolar, las reeleciones injustificadas y nepotismo de directivos, abusos a la base docente-laboral, contubernio de las autoridades universitarias con los crímenes de Estado y por supuesto, el porrismo.
Durante este tiempo, la organización porril cambió de dinámica operativa al paralelo del nuevo perfil de estudiante que ingresaba al bachillerato. Los porros ya no estaban ahí sólo “para golpear chairos”, sino para ser un grupo identitario ‘cool’ que te llevaba a fiestas de todo tipo –desde un predio abandonado en Martín Carrera hasta en los antros más trendy de la Condesa-, te conseguía las “morras más chidas”, te tiraba paro con los intendentes para que pudieras tomar y drogarte dentro de la escuela, y si lo querías, para trabajar de dealer o ‘reclutador’ con ellos, todo con la intención de queel grupo se viera nutrido. Eso del porro ‘cool’ superaba acrónimos y status educativos, ya que en sus filas hay estudiantes/exestudiantes tanto de la UNAM-IPN, como del Colegio de Bachilleres, CETIS, CONALEP, etc. y hasta carnales del barrio que no tienen otra cosa mejor que hacer.
Así –y sin exagerar- mi generación (tanto de prepas como de CCH’s) conocía sin remordimiento alguno en dónde y quién vendía la droga en la escuela. Se sabía en dónde iba a ser la fiesta de cada viernes (cada dos o tres viernes si eras de prepa). Se sabía quiénes de intendencia se llevaba con ellos y los dejaban pasar al plantel para reclutar shavitos. Se sabía que taloneaban afuera de las escuelas incluso con la presencia de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública en el lugar. Si eras activista el cinismo superaba los niveles del absurdo… ¡pues te enterabas que los directivos conocían a cada uno de los integrantes de la ‘vieja escuela’ y a los recién reclutados!
Las anécdotas de quienes estuvieron de paso en el porrismo abundan. Desde cosas sencillas como que les ‘pasaban un varo’ e ‘invitaban las chelas’ en las fiestas de aniversario o sólo por estar unas horas ‘banqueteando’ afuera de la escuela, como de aquellos que penetraron más en la organización y ahora son importantes narcomenudistas de la colonia o tienen algún trabajo remunerado en alguna dependencia gubernamental.
Lo peculiar del fenómeno porril es que no es un asunto de “ponerse el yerko” cual “ponerse la camiseta de la empresa”, ya que gracias a la despolitización estudiantil de por ahí del 2008, “ser porro” era como ‘hacerse notar’ pero en una de sus versiones más estúpidas. Uno podía entrar y salir cuando quisiera sin adquirir un compromiso militante: lo que preponderaba para los que estuvieron de paso era el deseo liberal de ‘vivir el desmadre’ sin poner un solo peso del bolsillo, y por otro lado, para los que hallaron ahí una salida fácil a su insatisfactoria vida personal está el complejo aspiracional de escalar puestos ejecutivos y políticos importantes (detallados en el siguiente apartado) para así no volver a la escuela y hacerse de un patrimonio fácil.
Para las nuevas generaciones, les resumo… los porros-bebés querían ser como El Pirata de Culiacán: empedar mucho pero sin jalar el gatillo.
El porrismo como crimen organizado
La experiencia en movimientos sociales urbanos de distintas causas en los que el ejercicio de la violencia suplanta su aplicación en las policías, los paramilitares o el ejército, facilita ver que los grupos de choque como el porrismo contemplan ese monopolio violento que mencioné al inicio del texto, configurando “verdades” y haciendo ver a los conflictos para la opinión pública como “trifulcas”, “riñas”, “enfrentamientos”, etc., justamente como el 95% de los encabezados a nivel nacional sobre lo acontecido en Ciudad Universitaria.
Queda clarísimo que los porros gozan de total impunidad en actos como el hoy registrado y que están protegidos por las autoridades universitarias; no por nada van golpeando chavos con el rostro descubierto y hasta su nombre tejido en sus yerkos sin temor a que los identifiquen (o chuscamente, presumiendo en sus redes sociales que “ser porro es lo máximo –véanse las imágenes adjuntas-); no por nada tienen toda la facilidad para entrar a los planteles –sin ser alumnos- cuando los estudiantes organizan asambleas al contrario de universitarios de otras escuelas que quieren apoyar a los que se les niega la entrada por no ‘traer credencial’ (¡incluso estudiantes inscritos de la misma escuela por olvidárseles su identificación!). La comparación que hago no es hiperbólica: los porros son el sicariato urbano (no hace falta un sombrero norteño ni un cuerno de chivo en mano para hallar la similitud en el perfil psicológico).
Así como hoy apuñalaron a un joven estudiante de la licenciatura de Estudios Latinoamericanos, lo mismo hicieron con otro más en septiembre de 2015 cuando desarticularon una radio estudiantil en el CCH Vallejo, o en 2016 cuando le quebraron la cabeza a un menor de edad del CECyT 5 durante un paro estudiantil[2]… ¡Versh, la lista es interminable!
El porrismo además de violencia institucionalizada se sostiene gracias a una estructura idéntica a la del crimen organizado y el narcotráfico (atreviéndome a decir que gran parte de sus integrantes comparten actividad delincuencial con éstos).
Hagamos un pequeño organigrama de posiciones.
LÍDERES: En esencia, son personas de edad adulta (coloquialmente se les llama “antaños”) que mantienen vínculos directos con los gobiernos delegacionales, funcionarios públicos o alguna de sus dependencias ejecutivas (el ejemplo claro es uno de los porros fotografeados el día de hoy que trabaja en la Procuraduría General de Justicia –PGJ- según su perfil facebookero).
Además, suelen liderar o estar inmiscuidos en otras tareas que ameriten violencia, como el ‘cobro de piso’ (extorsión a comerciantes y negocios), células de narcomenudeo o formación de grupos de choque aleatorios que invaden predios abandonados y/o desalojan familias de edificios en litigio en colonias con problemas de blanqueamiento por despojo (véase el caso del desalojo del Edificio Gaona en Av. Bucarelli en el que los vecinos vieron a los golpeadores con jerseys porriles y está documentado por diversos medios[3]).
También son organizadores de acarreos masivos en mitines y actividades públicas de distintos partidos políticos. Todo esto en su respectiva demarcación delegacional.
En el crimen organizado hablaríamos de la figura del “capo”, “patrón”, “jefe”, etc.
DIRIGENTES: Son los segundos al mando, encargados de ejecutar las órdenes por región o escuela. Ejercen el control parcial y tienen como principal tarea preservar el porrismo reclutando estudiantes o a cualquier persona interesada.
Si no llegan por mérito propio a ese ‘puesto’, es porque ya son familiares o amigos cercanos de los ‘líderes’.
BASE: Principalmente jóvenes que recién ingresan al bachillerato y amigos/conocidos de los ‘dirigentes’. No tienen responsabilidades mayores, más que asistir a las fiestas de aniversario, partidos de fútbol o si se requiere en este caso, fungir como brazo represivo en protestas estudiantiles.
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No terminaría este texto si adjunto las screenshots y testimonios que afirman el concordato político entre estos dos primeros niveles jerárquicos y la alianza Estado-Universidad, pero pueden checarlo ustedes mismos en algunas de las imágenes de este post y los distintos videos registados.
1) Por ejemplo, durante la agresión de hoy, un individuo de edad senil fue identificado por la comunidad universitaria como “El Cobra”, funcionario en turno de Auxilio UNAM (la para-policía de la universidad) desde hace años. En distintos videos se le observa junto a los porros dándoles indicaciones en lugar de “hacer su jale”.
2) Al igual, al momento en que se revienta la concentración pacífica a las afueras de la Torre de Rectoría, en distintos videos se observa a funcionarios de la UNAM que “apenas le dan una palmadita en la espalda” a los agresores.
3) En las escaleras que dan a la Biblioteca Central, fue fotografiado “El Escorpio”, un pilar fundamental del cártel de “Los Lobos” (una mafia de golpeadores y extorsionadores liderados por la pareja imperial de la Gustavo A. Madero –el exdelegado Víctor Hugo Lobo y su esposa diputada Nora Arias-) quien es familiar de éstos mismos y se encarga de cobrar piso a comerciantes en la zona de La Villa y La Raza desde el 2009.
4) Locatarios de La Merced y negociantes de los mercados de Av. Circunvalación en la delegación Venustiano Carranza afirman que exdirigentes del grupo porril “Los Borregos” se dedicaron durante años al cobro de piso en la demarcación y hoy varios de ellos lo continúan haciendo pero ‘legalmente’ como trabajadores de la delegación.
5) Los grupos porriles presentes en los hechos de hoy (el “3 de Marzo” de CCH Vallejo, “El 32” de CCH Azcapotzalco y la Federación Estudiantil de Naucalpan “FEN” de FES Acatlán y CCH Naucalpan) están ligados al Frente Juvenil Revolucionario del del PRI de dónde se bajan recursos para el transporte, la fabricación de explosivos caseros y demás “incentivos” para mantenerlos como grupos de choque.
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Es un tema amplio y el objetivo no es ‘quemar’ individuos, sino visibilizar la amenaza política-represiva que representa el narco-porrismo tanto para los estudiantes como para todos los habitantes de la CDMX en el conflicto.
Notas y referencias
[1] “Triunfo de la organización estudiantil: directora de CCH Azcapo renuncia”, La Izquierda Diario, 31 de agosto. (http://carga.laizquierdadiario.com/Triunfo-de-la-organizacion-estudiantil-directora-de-CCH-Azcapo-renuncia)
[2] “Porros golpean a estudiantes organizados del CECyT 5: ¡no más agresiones!”, Ruptura Colectiva (RC), 11 de octubre de 2016. (https://youtu.be/3EA9sBjwH-4)
[3] “Por la madrugada del 29 de enero de 2014, un grupo de 100 golpeadores armó una trifulca violenta a las afueras del edificio con la intención de expulsar a sus habitantes, varios lograron penetrarlo usando mazos, martillos, cadenas, armas punzocortantes y de fuego, arrojando a la calle muebles y propiedades personales de algunos habitantes. En voz de varios testimonios, se narró que “este representa el tercer intento de desalojo en lo que va del año, por eso se colocaron mantas exigiendo al gobierno de Miguel Ángel Mancera que se respete la ley”. Vecinos que lograron presenciar los hechos, dijeron que el grupo que organizó el acto, aprovechó el día 28 de San Judas Tadeo para convencer a las personas dándoles 500 pesos y armándolos con distintos objetos. Dado el tamaño del inmueble y la resistencia de los habitantes del mismo, el plan se frustró y no obtuvieron los resultados que deseaban”. (“Gentrificación y el secuestro inmobiliario del Edificio Gaona en la CDMX”, Ruptura Colectiva (RC), 8 de marzo de 2017: http://rupturacolectiva.com/gentrificacion-y-el-secuestro-inmobiliario-del-edificio-gaona-en-la-cdmx/)
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