Ciudad Christiania, España: Forjando Autonomía

 

Gonzalo Rosales

 Ocupando un área de apenas 34 hectáreas en el barrio de ‘Christianshavn’ (puerto de Christiania), en Copenhague, Dinamarca, se hace realidad el modo de vivir de tipo libertario del pueblo de Christiania, que cuenta con autogobierno asambleario propio, venta y consumo libre de drogas blandas, sin policías y con máxima libertad (mientras los actos no perjudiquen a los demás) para las personas.

 Su población ronda entre las 850 y 1000 personas, dependiendo la etapa del año, ya que recibe muchos turistas e inmigrantes de forma permanente. Además de la calle Pusher Street o “La calle del Vendedor de Estupefacientes” donde se vende hash y marihuana de manera legal en distintos puestos, Christiania se presenta como un mundo de creatividad donde abundan las bicicletas, los proyectos de consumo sustentable y el interés por la ecología, cooperativas de trabajo y recreación, locales de conciertos destinados a jóvenes y adultos, y una arquitectura natural y experimentalmente atractiva.

La propiedad de la tierra no pertenece a personas individuales, sino al colectivo de Christiania, por lo que está prohibida su venta de manera individual. Las viviendas son construidas por las personas que luego las habitaran. Por su parte, el precio de los alquileres comunitarios se estipula en función de las dimensiones de la casa, mientras sus ocupantes (en algunas épocas del año, muchos son turistas) se encargan de pagar las facturas del agua y de la electricidad.

NACIMIENTO

 La excéntrica historia de Christiania, iniciada alrededor de septiembre de 1971, tiene su origen en el derribo de una valla ubicada en la esquina de Prinsessegade con Refshalevej, cerca del Grey Hall en Badsmandsstraedes Kaserne, la cual protegía un cuartel militar que había sido abandonado por el ejército danés a principios de aquel año. La toma del lugar fue concretada por un conjunto de ciudadanos, en su mayoría padres y madres de Copenhague, que buscaban un espacio verde donde sus hijos e hijas y toda persona que transitara por allí, pudieran recrearse al aire libre.

Tras su apropiación, se celebró una exposición en Charlottenborg llamado “Noget for Noget” (“Dar y Recibir”, en castellano), donde jóvenes libertarios, hippies, freaks y demás gente interesada en la gastronomía macrobiótica realizaron exhibiciones, vendiendo sus bienes y exponiendo su arte (teatro, cuadros, música y ‘happenings’). En aquel evento se publicó el periódico alternativo “Hovedbladet” (“Diario Cabeza”, en castellano), perteneciente al movimiento político-cultural Provo, en el que se hallaba un artículo que aconsejaba muchas ideas para aprovechar al sitio ocupado ilegalmente, como la construcción de viviendas para jóvenes, lo que generó un extenso debate dentro de la ‘Nueva Sociedad del Barrio Libre’ naciente. Esta renovada sociedad se formó rápidamente por la masiva inmigración de personas de los distintos sectores socioeconómicos del país y del resto de Europa, que llegaron con los anhelos de crear un nuevo estilo de vida, comunal y libre, distinto al viejo sistema de Occidente.

HISTORIA DE LUCHA

Al principio, el gobierno danés toleró al movimiento okupa pero ha intentado expulsarlo en varias ocasiones. Una de las claves del control de la zona por los habitantes fue la gran densidad poblacional alcanzada en poco tiempo producto de la inmigración; y fue por ello que Christiania pasó a ser una cuestión política, considerada por el Estado, y que finalmente llegó al Parlamento. El Barrio Libre aceptó pagar los consumos de agua potable y electricidad a cambio de una legítima aceptación política por tratarse de un “experimento social”; pero pese a un inicial acuerdo, en el año 1973, las elecciones cambiaron el gobierno del régimen danés y éste, la actitud a emprender hacia Christiania. El plan gubernamental entonces pasó a ser una estricta limpieza de la zona con fecha de culminación para abril de 1976, que incluía represión a los ciudadanos y la clausura del territorio tomado casi cinco años antes.

 No obstante, la organización con la que respondió el Barrio Libertario pospuso el cierre de sus sueños por décadas, hasta el día de hoy al menos. Se establecieron diez zonas menores con autogobierno cada una, siendo la autoridad máxima La Asamblea General, que reunía a las diez anteriores mencionadas y en la cual podían participar todos los habitantes de la región. Paralelamente a la organización social y política, se construyeron una casa de baños comunales, una guardería y un jardín de infancia para los niños, un sistema de recolección de basuras y reciclado, un buen número de tiendas comunales y pequeñas fábricas que producían más que lo suficiente para el consumo interno del pueblo.

En 1978 Christiania pierde un juicio contra el Estado de Dinamarca, por el cargo de “abuso contra la buena fe” iniciado tras la intimidación a los ciudadanos para que abandonasen el territorio por miedo a la represión policial. Tras esta definición, comenzaron nuevamente las movilizaciones. Desde entonces, se multiplicaron las protestas que demandaban la conservación de las propias leyes y condiciones ‘por el bien de todos’, y como consecuencia, se reforzaron las respuestas del gobierno central.

En 1982, luego de que la policía organizara una caza de brujas contra los consumidores de hachís y sus vendedores; desde Suecia se lanzó una violenta campaña de difamación, y por el que Christiania fue acusada de ser el “Centro de la droga del Norte de Europa” y la “fuente de todos los males”. En el Barrio Libertario históricamente fue permitido la venta y consumo de hierbas naturales, como la Marihuana, y de una buena variedad de drogas consideradas “blandas”.

La situación durante toda la década de 1980 fue álgida. En su finalización, el Parlamento se vio obligado a establecer un plan viable y normalizador para la zona. En 1989 se promulgó la Ley de Christiania, a cargo del Ministerio de Medio Ambiente de Dinamarca, que transfirió parte de la supervisión del área municipal de Copenhague al estado danés, y, al mismo tiempo, aceptó conservar la libertad administrativa y política del asentamiento, garantizado por una futura legalización. Se pretendió desarrollar un plan de “normalización” urbana que buscaba atacar la propiedad colectiva y el arte de los Christianienses. La reacción nunca se detuvo.

Desde los 90 hasta la actualidad, la situación entre el gobierno estatal danés, el ayuntamiento y población de Christiania, y las fuerzas represivas han sido tensas sobre todo con relación al mercado liberado de drogas que se visualiza en este lugar. Lejos de reaccionar con violencia, los habitantes utilizan el entretenimiento, documentales, teatro callejero (por ejemplo, en 1992 un pequeño grupo de gente vistió uniformes con la palabra “Idiota” en la espalda en vez de la palabra “Politi” -“Policía”, en castellano-) y la cooperación con un grupo de trabajo por la justicia, abogados y Amnistía Internacional, para reducir la violencia policial.

Desde 2004 se produjeron nuevamente inconvenientes con el gobierno central de Dinamarca por la propiedad de los terrenos y el mercado de drogas. El resultado se contempló en 2012, cuando habitantes de Christiania han reconsiderado su posición de ocupantes ilegales y tuvieron que comprar grandes secciones del área ocupada para mantenerlo de modo comunal.

El Plan Verde hace de Christiania un paraíso ecológico.

El “Den Grønne Plan” (“El Plan Verde”, en castellano) de Christiania, consta de una alternativa visionaria al plan local implementado por el gobierno para la zona. Aquel intenta llevar a la realidad a una ciudad que mantiene un equilibrio ecológico con la naturaleza al reciclar el agua y sus basuras generadas, que utiliza fuentes de energía renovables, crea nuevas viviendas en las barcas que se hallan en el canal, y construye alojamientos a base de materiales reciclables y barro para los jóvenes.

Aquí el precio de las bebidas y alimentos se reduce a la mitad -50%- con respecto al mercado de las grandes ciudades, y esto se consiguió gracias a la falta de impuestos estatales.

 El “Green district” (“Distrito verde”, en castellano), parece contemplar una alternativa ecológica, anticapitalista, real y, por supuesto, libertaria. Ésta última característica la convierte en distinta al caso de la  .

Publicado el Viernes  26 de Junio de 2015 en:

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